Javier
Paz García
Durante
mis lecturas he encontrado que muchos liberales fueron en algún momento de su
vida socialistas o colectivistas, es decir personas que no creían en la
interacción libre y voluntaria entre seres humanos y que apostaban a que una
mejor sociedad venía de la mano de algún gobierno totalitario presidido por un
dictador benévolo. Es frecuente escuchar anécdotas de personas que en su
juventud militaron en algún movimiento comunista o socialista o simpatizaron
con tales ideas pero que con el pasar de los años cambiaron radicalmente de
pensamiento hasta encontrarse más cerca de los idearios liberales. Entre las
personas que han transitado este camino podemos citar a los premio Nobel de
literatura Octavio Paz y Mario Vargas Llosa, el campeón mundial de ajedrez Gary
Kasparov, el presidente de la Unión Soviética y Nobel de la Paz Mijail
Gorvachov o escritores como Antonio Escohotado, Carlos Sabino y un sinnúmero de
personajes destacados, así como también personas normales y corrientes.
Sospecho
que la razón es la siguiente: el socialismo es esencialmente una reacción
sentimental. Sus ideas apelan a los sentimientos y a una búsqueda de justicia
intrínseca en la naturaleza humana. Los mismos Marx y Lenin, los mayores
ideólogos de este movimiento, revelan en sus escritos una tendencia a la rabia,
al insulto, y a la descalificación arbitraria e infundada de argumentos que
contradicen sus postulados. El adolescente que lee el Manifiesto Comunista o
alguna diatriba marxista cree haber descubierto todo lo que hay por conocer
sobre política, economía y la acción humana. Por eso, la etapa adolescente donde
uno conjuga la ignorancia, la certeza de saberlo todo, la rebeldía y las
decisiones viscerales, es propicia para formar socialistas.
El
liberalismo por otro lado es un movimiento intelectual basado en el
razonamiento y en el análisis de los principios y consecuencias de la acción
humana. Aunque cualquier persona, sin importar el nivel de instrucción o
inteligencia, puede tener una predisposición a entender y defender las ideas de
la libertad, llegar a ser liberal requiere de mucho estudio, de mucha lectura,
de historia, economía, política, filosofía. Ser liberal, invocando a Popper,
implica estar en un constante estado de duda. Por eso no es infrecuente que
quienes comenzaron como fervientes socialistas, luego de un tortuoso camino de
estudios, contrastación de la realidad y verdadera autocrítica muden sus ideas
diametralmente hacia el liberalismo.
Santa Cruz de la Sierra, 28/09/16
http://javierpaz01.blogspot.com/
No hay comentarios.:
Publicar un comentario