Javier
Paz García
En
el sector privado, lo que no sirve, tiende a desaparecer o transformarse, por
el simple hecho de que los costos y los beneficios son incurridos por las
mismas personas. No ocurre lo mismo en el sector público, donde a menudo
quienes pagan la factura no son los que se benefician y las instituciones
pueden durar y crecer mucho más de lo que justificaría un análisis racional de
costo-beneficio.
La
factura de las FFAA la pagamos todos; los que se benefician son los políticos y
los mismos militares. Por lo tanto no nos debe sorprender que los políticos y
los militares sean los mayores defensores de la existencia de las FFAA. Lo que
los ciudadanos deberíamos plantearnos, sin recurrir a pasiones nacionalistas ni
patrioterismos, es si lo que nos cuestan las FFAA justifica los servicios que
esta brinda a la población.
El
rol tradicional de las FFAA es el de conquistar territorio y proteger a la
nación de invasiones externas. En el pasado, tanto el ser agresor, como el
poder defenderse eran atributos valorados en una nación. Hoy, gracias a la
confraternización, el mejoramiento de las relaciones diplomáticas y una actitud
generalizada de la humanidad de repudio a las guerras, estos atributos son
menos importantes e incluso irrelevantes. Asumo que Bolivia no tiene
intenciones de invadir territorio vecino y considero prácticamente nulas las
posibilidades de que algún país vecino quiera invadir Bolivia, por lo tanto, en
cuanto al rol tradicional, nuestras Fuerzas Armadas son innecesarias.
Adicionalmente ayudan en caso de desastres naturales y actúan como defensoras
del gobierno de turno ante disturbios civiles. Indudablemente estas funciones
se pueden cumplir a un costo muchísimo menor, mediante grupos especializados de
bomberos y policías. En Bolivia, las Fuerzas Armadas también han servido de
panadería; esto como un acto de política populachera cuyo mayor valor es dejar
una anécdota más de este Estado Plurinacional. Otro argumento para justificar a
las FFAA es que el servicio militar y premilitar ayuda a forjar el carácter y
el patriotismo de los jóvenes. Yo hice el servicio premilitar y lo considero
una gran pérdida de tiempo. Me apena lo que pierden quienes hacen el servicio
militar completo.
Bolivia
gasta en unas irrelevantes Fuerzas Armadas más de lo que gasta en educación y
salud combinados. Para un Estado que constitucionalmente tiene a la educación y
la salud como fines máximos de su existencia y además se declara pacifista,
esto parece un cuento orwelliano.
Santa Cruz de la Sierra, 09/08/15
http://javierpaz01.blogspot.com/
No hay comentarios.:
Publicar un comentario