Javier Paz García
Una de las frutas más
deliciosas que conozco es el achachairú, cuyo árbol es endémico de Bolivia.
Esta fruta es tal vez uno de los secretos mejor guardados del país, lo cual no
es motivo para enorgullecerse. Y lo que quiero decir es que si tenemos algo tan
delicioso, ¡entonces por qué no lo producimos en gran escala, lo
industrializamos y lo vendemos al mundo!
En realidad ya hay personas que
han hecho esto ¡en Australia! Un grupo de inversionistas extranjeros (y que no
son australianos) llevo semillas de Bolivia y plantó cientos de hectáreas al
otro lado del mundo. Alguien me comentó que ya empezaron a comercializar la
fruta, que le acortaron el nombre a achacha, porque pronunciar achachairú para
un gringo o un europeo resulta muy complicado y podría desincentivar las ventas
y que lo venden como algo exótico y exclusivo. No debería sorprendernos si en
20 años el mundo conoce el “achacha” como la maravilla australiana.
Vale la pena hacernos varios
cuestionamientos sobre esta situación. Por ejemplo ¿no hay en Bolivia personas
emprendedoras y visionarias que pudieran haber emprendido un proyecto serio de
producción y exportación del achachairú? Yo creo que abundan los emprendedores
en este país, y que podemos encontrar centenas de personas que viniendo de
la absoluta pobreza han creado fortunas
a punta de trabajo honesto, creatividad y visión de futuro. Entonces no podemos
atribuir la responsabilidad a la falta de iniciativa y talento empresarial. Una
pregunta que tal vez nos lleva hacia una respuesta más acertada es ¿por qué un
extranjero que no es australiano, se llevaría la semilla a Australia en vez de
sembrarla acá?
Para responder a esta pregunta,
voy a formular otra. ¿Usted invertiría ahora en un proyecto que requiere una
fuerte inversión ahora y que empieza a producir ganancias en 10 años si ese
proyecto debe realizarse en Irak? Probablemente no. Y usted si tiene la
alternativa entre invertir en un país donde organizaciones criminales avasallan
tierras productivas impunemente, donde el sistema judicial es tan corrupto que
los jueces otorgan sus fallos a quien más dinero les da y donde el Estado no
solo no protege la inversión y la propiedad privada, sino que la ataca y la
vulnera o invertir un país donde si usted compra un pedazo de tierra, tiene la
tranquilidad de que nadie se la va a quitar, ni le va a controlar los precios o
ponerle cuotas de exportación. ¿Qué país elegiría? Esa es la diferencia entre
Australia y Bolivia.
Santa Cruz de la Sierra, 08/12/14
No hay comentarios.:
Publicar un comentario