Javier Paz
García
La
revolución del 52, liderada por Víctor Paz Estenssoro, estatizó empresas, creo
campos de concentración para prisioneros políticos, espantó las inversiones y
fue fundamental para explicar el subdesarrollo y fracaso económico del país por
las siguientes 3 décadas. En una de las grandes ironías de la historia, fue el
propio Víctor Paz quien a mediados de los 80, tuvo que deshacer casi totalmente
el modelo económico que él mismo había impuesto y fue su sucesor y su partido
quienes en los noventa terminaron de enterrar lo hecho en la revolución del 52,
privatizando las empresas estatales y abriendo las puertas a la inversión extranjera.
Los frutos de las acertadas políticas del nada revolucionario ni nacionalista
Movimiento Nacionalista Revolucionario los cosechó Evo Morales quien en el 2006
asumió como presidente en un país que atraía inversiones de todo tipo y se veía
como el polo energético del subcontinente.
En
el plano externo, una crisis mundial iniciada el 97 en los países del sureste asiático
impactó en Bolivia y dejó mal parados a los gobiernos llamados neoliberales;
fue seguida por un auge en las materias primas impulsado principalmente por
China, dando a Bolivia el mayor auge económico de su historia, lo cual
significó para la gestión de Evo Morales más ingresos en siete años que todos
los años anteriores desde el inicio de la democracia… de mala suerte no se
puede quejar Su Excelencia. El auge económico, producto inversiones hechas en
otras gestiones y de factores externos le permitió crear bonos y estatizar
empresas como también ahuyentar inversiones, perseguir políticos, infringir las
leyes, violar derechos humanos, y aun así mantener una popularidad altísima tal
como lo hiciera su colega Paz Estenssoro a mediados del siglo pasado.
Lo
irónico, lo doblemente irónico (algunos dirían que trágico) es que, tal como hizo
Paz Estenssoro, Evo Morales podría terminar privatizando lo que estatizó. Por
lo menos en tal sentido van sus declaraciones sobre la inminente quiebra de la
mina Huanuni y la amenaza de que el Estado no va a invertir un peso para
reactivarla. Y no es el único caso. Ahí está la planta industrializadora de
coca o las fábricas de papel y de cartón de las que nadie sabe nada o la
exploración petrolera que es prácticamente nula desde que el Estado tomó el
timón.
Morales
ha afirmado que no lee mucho. Si lo hiciera tal vez hubiera aprendido que sus
políticas conducen al fracaso y le habría evitado a este pobre país el mal
sabor de repetir sus errores.
Santa Cruz de la
Sierra, 12/05/13
http://javierpaz01.blogspot.com/