Javier Paz
García
Uno
de los derechos fundamentales desde la concepción lockeana es el derecho a la
defensa propia. En tal sentido, el derecho de la ciudadanía a poseer armas de
fuego cumple básicamente dos funciones: 1) en lo personal, sirve para que el
ciudadano se defienda de actos que atenten contra su vida, integridad y
propiedad, como ser intentos de asaltos o asesinatos. Y en el plano político
sirven para 2) ejercer el derecho a la rebelión contra un gobierno que se ha
convertido en tiránico.
Las
leyes que prohíben las armas de fuego vulneran nuestro derecho a la defensa
propia tanto contra criminales comunes como contra gobiernos despóticos. No es
casualidad que los países libres en general permiten que sus ciudadanos posean
armas de fuego. En Suiza casi todos los hogares poseen armas de fuego y es una
de las sociedades más pacíficas y tranquilas del mundo. Es en las tiranías como
Cuba, China, Corea del Norte donde el Estado trata de mantener las armas de fuego
fuera del alcance de la sociedad civil.
En
Venezuela y Bolivia, los actuales gobiernos socialistas siguiendo la línea
represiva cubana, hace ya varios años promulgaron leyes prohibiendo o
restringiendo severamente el comercio y la posesión de armas de fuego. Lo
hicieron bajo el argumento de que querían luchar contra la violencia y el
crimen. Hoy tanto Venezuela como Bolivia tienen mucho mayor criminalidad que
antes de que se promulguen tales leyes y de hecho Venezuela tiene una de las
tasas de asesinatos y homicidios más altas del mundo.
Por
supuesto, el motivo principal de estas medidas no es reducir la criminalidad,
sino dejar en una situación de indefensión a la ciudadanía frente a un Estado
dispuesto a vulnerar derechos civiles y políticos universalmente consagrados.
Lo de luchar contra la criminalidad es propaganda destinada a ingenuos e
incautos (que por cierto son la mayoría) que aplauden estas medidas debido a
una incapacidad de analizar sus consecuencias de largo plazo.
Aunque
es evidente, vale la pena recalcar que con leyes o sin leyes, los criminales
siempre encontrarán la forma de poseer armas, por lo tanto lo único que estas
leyes hacen es desarmar a quienes obedecen la ley.
Si
en Bolivia y Venezuela se eliminara la prohibición de armas y se permitiera que
los guardias de seguridad y serenos nocturnos las porten, se reducirían
significativamente los atracos, robos y homicidios que tienen en vilo a la
sociedad.
Santa Cruz de la
Sierra,
http://javierpaz01.blogspot.com/