Javier Paz
García
Ese
es el mensaje que Bolivia da. El turista que viene a este país debe estar
prevenido de que lo hace bajo su propio riesgo. Y los riesgos son varios ya que
criminalidad y la inseguridad ciudadana van en aumento; en ciertas partes del
país existe xenofobia y un antiamericanismo y anti europeísmo que tristemente
es fomentado por el gobierno de turno; existe el riesgo de ser enjuiciado por
expresar desagrado por una ciudad y si algo parece sucio, fétido, de mala
calidad, pues es mejor callarse para no tener que enfrentar a fiscales y jueces
que pretenden limitar incluso la opinión de la gente; los caminos en general
son malos, llenos de baches, pobremente señalizados y peligrosos; el idioma
inglés, esencial para el turismo, es hablado por muy pocos.
Pero
creo que la flor de todos los inconvenientes se la gana una herramienta que el
actual presidente del Estado perfeccionó durante sus épocas de sindicalista
cocalero y que atormenta la vida de todos en este país: el bloqueo de caminos.
Hoy es tal la debilidad del Estado que cinco bellacos son suficientes para
paralizar el tránsito de cualquier carretera del país. Los motivos pueden ser
diversos, desde cambiar el nombre de un aeropuerto, defenestrar a un alcalde
elegido democráticamente o exigir alguna subvención o privilegio al gobierno.
Los bloqueos de rutas son tan habituales que ya no son novedad ni causan
sorpresa, son parte de la cotidianidad. Probablemente hay más días en el año
donde existe algún camino bloqueado, que días en que todas las rutas están
expeditas. El daño que causan es tremendo: las frutas y verduras se pudren sin
que nadie compense a los perjudicados, las actividades agrícolas e industriales
se paralizan, los transportistas quedan horas, días o semanas varados sin
ganarse el sustento y los turistas se quedan sin poder completar todo su
itinerario por culpa del tiempo perdido. Y en esta tierra de nadie no hay
policías que desbloqueen, ni fiscales que procesen y encarcelen a quienes
truncan el derecho de otros a circular libremente por caminos públicos.
Como
ejemplo, pienso en los dos últimos festivales de música barroca, donde esos
músicos que vinieron de todo el mundo con la predisposición de regalarnos su
arte (y digo “regalarnos” porque muchos conciertos son gratuitos) fueron
recibidos con la desagradable noticia de que no podían llegar a sus destinos
por algún bloqueo ¡Es verdaderamente vergonzoso y triste!
Santa Cruz de la
Sierra, 17/03/13
http://javierpaz01.blogspot.com/
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