Javier Paz
García
No
existe político que no prometa o se vanaglorie de crear empleos. No me refiero
aquí a los empleos que se crean cuando un Estado da seguridad jurídica,
mantiene una estructura burocrática eficiente donde los trámites son pocos,
sencillos, baratos y cortos, elabora leyes que no están diseñadas para crear
grupos privilegiados y extractores de rentas estatales o construye un sistema
de justicia eficiente y relativamente poco corrupto. Alegrémonos cuando los
políticos hablan de crear empleos a través de estos mecanismos. Me refiero al
empleo estatal, creado porque el Estado contrata a alguien y le paga un
salario. Y cuando el Estado contrata a alguien, aparece un político afirmando
que gracias al Estado se ha creado un puesto de trabajo.
Para
analizar la veracidad de esta afirmación primero debemos entender de dónde
salen los fondos con los que el Estado paga salarios. Esos fondos provienen de
impuestos que son extraídos de todos (o casi todos) los habitantes del país. El
Estado no puede dar nada, sin haber quitado previamente. Entonces para evaluar
si el Estado crea empleos tendríamos que tratar de medir cuántos empleos
adicionales se crearían de forma privada si el Estado devolviera a sus dueños
los impuestos que colecta. No podemos aseverar si el resultado estaría a favor
o en contra del Estado, pero como podemos estar seguros que por lo menos
algunos puestos de trabajo adicionales se crearían en el sector privado, sí
podemos afirmar que el Estado no crea tantos empleos dice crear.
Ahora
vamos a la calidad y productividad del empleo. El Estado contrata un burócrata
que pasa la mitad de su tiempo jugando solitario o viendo Facebook en su
computadora, tomando cafecito y tertuliando con los colegas y utiliza el tiempo
que le queda para trabajar a un ritmo que no lo fatigue mucho. Si una empresa
paga impuestos equivalentes al sueldo del burócrata y si esa empresa teniendo
esos recursos disponibles los utilizara para contratar un ingeniero agrónomo,
sin dudas que podríamos afirmar que la diferencia en calidad y el valor para la
sociedad entre ambos empleos es abismal. Que sea el lector quien juzgue si es
el Estado o el sector privado más propenso a crear empleos improductivos. ¿Y si
utilizara esos recursos para contratar 4 jornaleros? Ahora imaginemos que el
Estado maneja una mina y contrata mineros. ¿Crea empleos productivos? Solo si
la productividad de esos mineros estatales es igual o mayor a la productividad
de los mineros privados. Si, ceteris paribus, un minero estatal extrae la mitad
de lo que extrae uno privado entonces esos empleos son tan improductivos como
los del burócrata que se la pasa en Facebook. Nuevamente, que el lector juzgue
si los empleados estatales son tan productivos como aquellos que trabajan en el
sector privado.
Santa Cruz de la
Sierra, 01/10/12
http://javierpaz01.blogspot.com/
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