Javier
Paz García
Decir
que los dueños de medios de comunicación tienen intereses particulares no tiene
(o no debería tener) nada de controversial. ¡Por supuesto que los tienen, como
intereses particulares tenemos todos! Prohibir la posesión de medios de
comunicación a quienes el Estado juzgue como personas con intereses
particulares es totalmente arbitrario y violatorio de la libertad de expresión.
Sin embargo los actuales gobernantes en Bolivia, Ecuador, Argentina y Venezuela
ponen este pretexto como justificativo para regular, censurar y cerrar medios
de prensa. El razonamiento va más o menos así: 1) Los dueños de medios tienen
intereses particulares. 2) Los medios privados tergiversan la información para
favorecer los intereses particulares de sus dueños. 3) El Estado debe
intervenirlos para garantizar la imparcialidad de la información, la “verdadera
libertad de prensa” o algo así. La premisa 1 es cierta, pero incluso si
asumimos que la premisa 2 también es cierta, no es suficiente para concluir que
el Estado debe intervenir y cerrar medios. ¿Por qué? a) Porque la competencia
disciplina a los medios, porque la pluralidad de medios hace que lo que unos
quieran ocultar sea revelado por otros y que las falsedades que sean publicadas
por algunos, sean corregidas por otros. b) Porque el lector o televidente no es
idiota (al menos no todos). El ciudadano decide cuáles medios de comunicación
mirar y cuáles descartar, qué noticias creer y qué noticias dudar. La decisión
final sobre lo que cada uno mira y cree recae en uno mismo. Dentro de este
abanico de medios, también están los medios del Estado, que a pesar de su
parcialización, dan un punto de vista adicional a quienes quieran creerles.
Los
gobernantes, al plantear la necesidad de que el Estado controle los medios,
subestiman el rol de la competencia como instrumento de disciplina y mejora de calidad,
subestiman la importancia de la pluralidad de medios como instrumento para
permitir al televidente o lector formarse un mejor criterio sobre la veracidad
de una noticia y finalmente subestiman la inteligencia del ciudadano y su capacidad
de discernir lo cierto de lo falso. En realidad es una característica general
de los defensores del colectivismo pensar que la competencia no funciona y que
las personas son estúpidas y por lo tanto necesitan líderes que decidan todo
por ellos.
Además
al razonamiento del gobierno le falta también una premisa fundamental: los
gobernantes igualmente tienen intereses particulares: como ser reelegidos,
mantener su popularidad, ocultar sus picardías, etc. Y la historia nos muestra
que, en comparación con los dueños de medios, los gobernantes están dispuestos
a cometer acciones más repudiables para defender sus intereses particulares…
una de esas acciones es precisamente cerrar y censurar a la prensa
independiente. Nada mejor para tener en jaque los turbios intereses particulares
de los gobernantes que la existencia de muchos medios de prensa independientes
actuando sin riesgo a ser cerrados o acallados por el Estado.
Santa
Cruz de la Sierra, 23/08/12
http://javierpaz01.blogspot.com/