jueves, 26 de abril de 2012

Una agenda para el censo


Javier Paz García
En Bolivia, de acuerdo a leyes vigentes correspondía que se realice un censo nacional el año 2010 que hasta ahora no se ha llevado a cabo. No es difícil especular sobre los motivos de esta dilación. Los datos del censo son utilizados principalmente para dos cosas: 1) distribuir recursos de coparticipación tributaria a municipios y gobernaciones, y 2) redistribuir escaños parlamentarios. Santa Cruz tiene el mayor crecimiento demográfico del país y un nuevo censo tendría como resultado un aumento en recursos económicos de parte del gobierno central y un incremento en el número de diputados asignados al departamento. Pero Santa Cruz, a pesar de la persecución política y la incesante propaganda del gobierno, sigue siendo el bastión de la oposición política. Por ello el Movimiento al Socialismo no tiene ningún interés en realizar un censo cuyo resultado inevitablemente beneficiará a esta región.
Adicionalmente, en Bolivia nos hemos acostumbrado a pisotear el Estado de Derecho y la justicia y a obtener las cosas por la fuerza. A menudo no importa cuán injustificada o reñida con las leyes es una causa, sino cuanta presión pueden ejercer sus patrocinadores. Verbigracia, según los resultados del último censo, a Santa Cruz le correspondía un mayor número de parlamentarios del que tiene actualmente, pero la presión de los departamentos que iban a perder esos escaños resultó en un “compromiso político” ilegal y desventajoso para Santa Cruz. En Bolivia, como en todo Estado débil, las leyes a veces se cumplen y a veces no. En ocasiones los acuerdos políticos quedan por encima incluso de la constitución y a menudo gana, no el que tiene la razón o el derecho de su lado, sino quien llora y grita más fuerte.
Dado este escenario, considero que la dirigencia cruceña debería elaborar una agenda y una estrategia que garantice dos cosas: 1) la impostergable realización del censo este año y 2) la garantía ex – ante de que se respeten y se apliquen sus resultados antes de las elecciones generales del 2014.
Es de suponer que la realización del censo y su cabal aplicación solo se lograrán mediante la presión de las regiones que se ven perjudicadas por su aplazamiento.
Por otro lado este escenario abre la oportunidad para reunificar a la oposición política, la dirigencia cívica, los sectores empresariales y gremiales cruceños en torno a un objetivo común y de difícil deslegitimación. Adicionalmente, la dirigencia cruceña tiene una inmejorable oportunidad de aunar esfuerzos con regiones simpatizantes al gobierno, pero que también tienen un interés en que se realice el censo, como es el caso de la ciudad de El Alto. Llevar a buen término esta agenda, podría sacar de la irrelevancia de los últimos años a la dirigencia cívica cruceña y fortalecer a la oposición democrática en el país.
Santa Cruz de la Sierra, 26/04/12
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martes, 24 de abril de 2012

Ganadores y perdedores de la bolivianización


Javier Paz García
El Ministerio de Economía ha lanzado una propaganda radial para explicar el éxito de su política de bolivianización (desdolarización). Nos explica que esto se ha logrado mediante tres elementos: 1) aumentando la diferencia entre los tipos de cambio de compra y de venta, 2) cobrando a los usuarios un impuesto a las transacciones bancarias en dólares y 3) obligando a los bancos a mantener una mayor reserva legal para los depósitos en dólares.
Efectivamente, la política de bolivianización de la economía ha sido exitosa en el sentido de que ha ocasionado un incremento en el uso de la moneda local y una disminución del uso del dólar. Lo que el ministro no explica es a quién beneficia la bolivianización y a quiénes perjudica.
La mayor diferencia entre los tipos de cambio de compra y venta hace que cada vez que las personas cambian de una moneda a otra, pierdan dinero y que el Estado y los bancos ganen dinero. El impuesto a las transacciones en dólares es, como todo impuesto, un costo para la población cuyo beneficiario directo es el gobierno. La reserva legal es el porcentaje de dólares que cada banco debe entregar al Banco Central sobre su cartera de dólares. Al aumentar ese porcentaje para los depósitos en dólares, el costo de mantener esos depósitos o de prestarlos se incrementa para el banco. Y el banco lo que hace es traspasar parte de ese costo al usuario que por lo tanto, recibe menos interés cuando deposita sus dólares en el banco y paga más intereses cuando saca créditos en el banco. Pero el gobierno se beneficia porque incrementa sus reservas internacionales.
De manera global, el gobierno se beneficia de la bolivianización porque hace más efectiva su política monetaria y le permite obtener mayores ingresos a través del impuesto inflacionario. Para el resto de los bolivianos, esto significa una menor protección contra el riesgo de inflación de la moneda nacional y mayor pérdida del poder adquisitivo. Es precisamente por esta razón que el uso del dólar es tan amplio en la economía boliviana, porque la gente lo considera una moneda más segura y estable.
La política de bolivianización exitosamente llevada a cabo por el Ministerio de Economía consiste en imponerle costos adicionales al ciudadano cada vez que realiza transacciones en dólares y de esta manera obligarlo a usar la moneda local. Si la bolivianización reflejara una mayor confianza de los bolivianos hacia la moneda local, tendríamos motivos para festejar; pero simplemente refleja la imposición de mayores costos para quienes usan la moneda extranjera. Y las consecuencias de esas políticas son 1) costos adicionales para todos los bolivianos a través de diversos impuestos, 2) una reducción de las opciones de los ciudadanos con respecto a qué moneda utilizar, 3) una mayor exposición de los ciudadanos al riesgo de pérdida del valor adquisitivo por efecto de la inflación de la moneda local. Y por el lado del gobierno 4) mayores ingresos a través de impuestos formales como el impuesto a las transacciones, 5) mayores reservas internacionales y 6) mayores ingresos mediante la inflación. En definitiva, la bolivianización beneficia al gobierno en desmedro de la población.   
Santa Cruz de la Sierra, 20/04/12
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viernes, 13 de abril de 2012

Jugando con lo ajeno


Javier Paz García
El presidente Evo Morales dijo recientemente que “el sector privado no sirvió para administrar”, refiriéndose a los problemas financieros y la posible quiebra de la empresa Aerosur. Morales usa el ejemplo de una empresa en particular para afirmar que el Estado es mejor administrador que los privados. Lo que Morales hace es utilizar un ejemplo anecdótico y sacar conclusiones generales del mismo. Lo cierto es que todos los días en todas partes del mundo, empresas privadas cierran o quiebran. Sin embargo esto no invalida el hecho de que en general el sector privado es más eficiente que el sector público en la administración de empresas. No invalida el hecho de que el crecimiento económico y la reducción de la pobreza ocurren en los países donde el Estado respeta y protege la iniciativa privada y que los países más pobres son precisamente los que siguen recetas socialistas y estatistas.  
Pero, más allá de los resultados (que apabullantemente hablan a favor del sector privado y en contra del capitalismo de estado), existe otra razón de carácter ético para desaprobar las declaraciones de Morales. El empresario que invierte en una empresa, lo hace con su dinero. Si esa empresa quiebra, el empresario pierde su propio dinero. El empresario asume riesgos y a veces gana, otras pierde y otras veces lo pierde todo. En cambio los gobernantes cuando invierten, lo hacen con plata ajena y si esas inversiones fracasan, “los inversionistas” no pierden un solo centavo.
El presidente Morales puede despertar con deseos de comprarse un avioncito o crear una empresa de aviación, puede poner a cargo de los hospitales a una persona que tardó casi tres décadas en graduarse de médico o en la empresa de hidrocarburos a un individuo cuyo acto más notorio fue ponerse a repartir garrafas en persona y puede mandar construir ingenios azucareros donde no se siembra caña a sabiendas de que aunque estas empresas lo hagan bien o mal, él no va a perder un solo peso. El presidente toma decisiones con plata ajena (de hecho con mi plata y la de todos los bolivianos) y por ello no pierde el sueño si una empresa no funciona o se va al descalabro. El presidente no hipoteca su propia casa, ni saca el dinero de su bolsillo para crear una empresa y puede decidirse por inversiones millonarias con la misma facilidad con la que un niño compra hoteles cuando juega Monopolio.
Cada quien tiene el derecho de hacer con lo suyo lo que le plazca y si un empresario privado pierde su dinero, ya sea por mala suerte, o porque el tipo enloqueció y decidió echarle fuego, no tenemos nada que reprocharle; es su dinero y su problema. El presidente Morales y los políticos no tienen ninguna autoridad moral para juzgar las malas decisiones que otros hacen con sus propios recursos cuando él y la mayoría de los políticos toman a menudo malas decisiones con recursos ajenos, sin que les cueste un solo centavo.
Santa Cruz de la Sierra, 13/04/12
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miércoles, 4 de abril de 2012

La falacia de la demanda interna


Javier Paz García
El gobierno, ayudado por economistas que no saben de economía, quiere explicarnos que el crecimiento y la solidez de nuestra economía se deben al fortalecimiento de la demanda interna. ¿Qué es la demanda interna? Es la suma de lo que gastan todos los habitantes de Bolivia. Según el gobierno, gracias a sus políticas redistributivas, la gente puede gastar más, generando mayor demanda interna y fortaleciendo la economía.
El problema es que un país no crece de manera sostenida gastando más, sino produciendo más. Imaginemos que yo gano 500 dólares mensuales. Es obvio que lo máximo que puedo gastar de manera sustentable es 500 dólares. Si yo de alguna manera, en vez de gastar 500, gasto 700 dólares al mes (digamos que me presto dinero de alguien), estoy mejorando mi nivel de vida en el presente con esos 200 dólares adicionales, pero sacrificando mi nivel de vida en el futuro cuando tenga que pagar el préstamo. La única forma de que yo pueda incrementar mis gastos de manera sustentable, sin sacrificar mi bienestar futuro es ganando más de 500 dólares y para ello debo incrementar mi producción.
Ni las personas, ni las empresas, ni los países escapan a esta ecuación entre ingresos y gastos. Quienes sostenidamente gastan más de lo que producen, tarde o temprano terminan quebrando. ¿Sabe qué país incentivó la demanda interna la última década? Grecia, y mire el desastre en el que se encuentra. Bolivia vivió los 70 gastando plata prestada y tuvo que pagarlo en los 80, con una de las mayores crisis económicas de su historia. Argentina hizo lo propio en la década de los noventa y tuvo que pagarlo la década del 2000. Y el actual gobierno argentino está nuevamente haciendo lo mismo por lo que yo no creo que pasen más de 5 años sin que ese país vuelva a vivir otra crisis.
Por supuesto, mientras se despilfarra la plata que otros ahorraron, todo es bonito, hay para bonos, para obras públicas, para empresas estatales y el gobierno puede jactarse de mejorar la vida de la gente, de ser solidario, etc. Pero cuando se acaba la plata (lo cual es inexorable), el país sufre una recesión, como la tienen Estados Unidos, España y Grecia ahora, como la tuvo Argentina el 2001 o como la tuvo Bolivia el 82. No existen cosas gratis en economía y el gasto por encima de la producción tarde o temprano se paga.  Tal vez para entonces el partido actual ya no esté en gobierno y hasta pueda decir que “en sus tiempos la gente vivía mejor”. Es lo que hacen todos los políticos.
Poco o nada ha hecho este gobierno para incrementar la productividad y la producción del país. Más bien ha puesto trabas a todos los sectores productivos. La bonanza económica actual se debe principalmente al incremento de precios internacionales de nuestras materias primas (algo de lo cual el gobierno no tiene ningún mérito) y al incremento del narcotráfico (algo de lo cual el gobierno tiene algún mérito). Una caída de tales precios y una lucha efectiva contra el tráfico de drogas revertirían la situación, y la “demanda interna” se esfumaría, como va a suceder tarde o temprano.
Santa Cruz de la Sierra, 04/04/12
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