Javier Paz García
Muchos atribuyen a la codicia la actual crisis económica que vive el mundo. Veamos… Imaginemos un productor de naranjas que tiene n hectáreas de naranjas en producción. Con lo que gana de la venta de naranjas, él puede mantener a su familia, educar a sus tres hijos, tener su autito cacharro marca Lada y vivir tranquilo. Ahora imaginemos que impulsado por la codicia decide que no quiere un Lada cacharro, sino una Toyota Four Runner para él y un Jaguar para su esposa. La única forma que tiene de hacer eso es vendiendo más naranjas. Por lo tanto decide aumentar las hectáreas de producción. Para ello, tiene que contratar más gente para preparar la tierra, sembrar naranjas, poner fertilizantes y herbicidas, y finalmente cuando los naranjos estén en producción, cosechar y comercializar las naranjas. Como efecto de la “codicia” de este productor se han creado empleos adicionales y hay más naranjas en el mercado. Además la “codicia” de este señor causa que trabajadores de las plantas automotrices de Toyota y Jaguar sigan produciendo automóviles y puedan sostener a sus familias.
Ahora, si este productor de naranjas no es el único “codicioso” y más bien son varios los que, movidos por la “codicia”, incrementan su producción, entonces, la oferta de naranja se va a incrementar de forma substancial, lo que significa que su precio va a bajar. Al bajar el precio, la gente, y en especial la gente pobre podrá tener acceso a una mayor cantidad de naranjas y disminuirá la deficiencia de vitamina C en la población, entre otros beneficios.
Por el lado de la producción, el aumento de las hectáreas de tierra para producir naranjas requerirá un incremento en el uso de mano de obra, es decir, más empleos. Esto aumentará la demanda de mano de obra por lo que los sueldos de los jornaleros tenderán a subir y se reducirá el nivel de pobreza del país.
La “codicia” individualista de los productores de naranja, tiene como efecto que la población consume más naranja, posiblemente a un menor precio; tiene como efecto que se crean más fuentes de trabajo, posiblemente con mejores salarios.
Por otro lado, si los productores de naranja, súbitamente fueran imbuidos por un sentimiento de “renunciamiento y amor al prójimo” (lo opuesto de la codicia) y decidiesen conformarse con sus autos cacharros y no incrementar su producción de naranja, sucedería exactamente lo contrario: menos naranja para la gente, posiblemente a un mayor precio; menos fuentes de trabajo, posiblemente con menores salarios.
No le haría mal a nuestra economía un poco más de “codicia”.
La Paz, 26/10/08
lunes, 27 de octubre de 2008
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
3 comentarios:
Que buen ejemplo! Elemental, pero claro y descriptivo! Estoy de acuerdo a veces un poco de "codicia" no viene mal.
Que estes bien Javier!
Buen ejemplo! Elemental, pero explicativo y claro. Estoy de acuerdo, un poco de "codicia" a veces no viene mal.
Que estes bien Javier!
Excelente analogía Javier.Siempre un gusto leer tus artículos.
Cariños,
Bruna
Publicar un comentario