Javier Paz García
El abastecimiento de combustibles es intermitente y menor a lo que la población requiere, el Banco Central ya no da dólares al sistema financiero, los bancos no dan dólares a la población, el uso de tarjetas de crédito en el exterior ha sido restringido a niveles mínimos, las aerolíneas internacionales no quieren operar en el mercado boliviano, prácticamente todo ha subido de precio en los mercados. Todos estos diversos fenómenos tienen un origen común: un Estado en bancarrota y un gobierno que se niega a aceptarlo.
Desde el 2014, el gobierno ha incurrido en déficit fiscal todos los años, es decir ha gastado más de lo que recaudaba. Para hacer esto, se ha ido gastando los ahorros y por ello es que las reservas internacionales que llegaron a pasar los 15 mil millones de dólares el 2014, hoy están en menos de 2. Cuando el gobierno se quedó prácticamente sin divisas, el boliviano empezó a devaluarse, los precios empezaron a subir y como no hubo suficientes dólares para pagar el combustible, empezaron las colas en los surtidores. También han recurrido a endeudar al país: el 2014 la deuda del Estado equivalía a 38% de su PIB y hoy sobrepasa el 80%. El gobierno insiste en que la solución es seguir endeudando al país, para que ellos puedan seguir gastando lo que no tienen y cavando un pozo más hondo que los bolivianos tendremos que pagar en el futuro. La solución de fondo a la crisis económica de Bolivia pasa por un ajuste drástico de los gastos del Estado con reformas estructurales que abran la economía y den seguridad jurídica.
Mientras que algunas medidas pueden tomar tiempo en implementarse y años en dar resultados, tanto la falta de dólares como el desabastecimiento de combustibles se pueden solucionar de manera definitiva en un par de semanas. En el caso de los dólares, lo único que el Estado tiene que hacer es dejar de querer imponer la ficción de que un dólar vale Bs. 6,96. El gobierno utiliza la violencia y la amenaza para evitar que las personas y empresas negocien libremente el tipo de cambio. Por ejemplo, un banco está obligado a vender un dólar a Bs. 6,97, pero para comprarlo ahora tiene que pagar alrededor de Bs 11, entonces no vende dólares y restringe el uso de tarjetas de crédito en el extranjero. Una aerolínea que vende un billete en digamos 300 dólares, y recibe su dinero en bolivianos al cambio oficial en realidad obtiene alrededor de 190 dólares, entonces o tiene que subir sus precios en Bolivia o dejar de vender billetes. Si el gobierno no tratara de imponer la mentira del 6,96 y dejara fluctuar el tipo de cambio, se acabaría la falta de dólares. Alguien dirá que tendríamos un dólar más caro en términos de bolivianos, pero eso ya lo tenemos: el dólar no vale 6,96 y quien quiere dólares ahora mismo tiene que pagar lo que dicta el mercado, ya sea utilizando platarformas como Binance, con los cambistas o amigos, o pagando costos de transferencia a los bancos. Con liberar el tipo de cambio, en un día se acabaría la falta de dólares, y los bancos ofrecerían a los demandantes de dólares, tanto como ellos lo requieran, las tarjetas de crédito tendrían todos sus límites disponibles para pagos en el exterior, las aerolíneas venderían sus boletos con normalidad, la gente podría guardar sus dólares en el sistema financiero y se acabaría la mal llamada falta de dólares ¡en un solo día!
Para solucionar el desabastecimiento de combustible se requieren 3 medidas:
1. Eliminar la subvención del combustible y dejar que los precios fluctúen libremente.
2. Eliminar el monopolio de YPFB y permitir que las empresas importen, almacenen y comercialicen libremente.
3. Quitar a los combustibles de la lista de sustancias controladas y permitir su libre tránsito y consumo, sin necesidad de permisos y tramitología.
Con estas tres medidas se acabaría el desabastecimiento de combustibles y las colas en surtidores en cuestión de semanas y de manera definitiva. Por supuesto tendríamos combustibles más caros, a precios de mercado, como sucede en casi todo el mundo, pero no tendríamos desabastecimiento ni colas y esto ayudaría también a reducir el déficit fiscal que es el origen del problema en sí. Además, con precios no subvencionados, los biocombustibles serían relativamente más atractivos, incentivando su producción nacional y reduciendo las importaciones de combustibles fósiles.
Estamos a un día de solucionar la falta de dólares y a unas semanas de solucionar la falta de combustible con medidas que no le cuestan al Estado y más bien le ahorran dinero. ¿Entonces, por qué el gobierno no toma estas medidas? Imagino que en parte porque hacerlo significa reconocer el fracaso de su modelo estatista. El presidente Arce dijo recientemente que no devaluaba el boliviano porque eso encarecería los bienes importados y empobrecería a los bolivianos, como si eso no hubiera sucedido ya. En el caso del combustible, acabar con la subvención ocasionaría protestas de gremios y descontento social. El actual es un gobierno débil, sin capacidad de negociación y persuasión, tratando de sobrevivir hasta las elecciones y tal vez prefiera dejar que el país se siga desangrando y dejar el problema a otros, antes de reconocer errores y tomar medidas valientes. Otra razón, es que, aunque la ficción del tipo cambiario y la subvención son pésimos negocios para el Estado y el país, pueden ser un excelente negocio para algunos funcionarios de gobierno y sus allegados. Seguramente existen algunos allegados que consiguen dólares del Banco Central a 6,96 para venderlos a 11 y se hacen ricos de la noche a la mañana; seguramente existen algunos allegados que consiguen diésel a Bs. 3,72 y lo venden a 8 y se hacen ricos de la noche a la mañana. A ellos no les interesa solucionar los problemas del país, a ellos les va muy bien.
Santa Cruz de la Sierra, 05/01/2025
http://javierpaz01.blogspot.com/
3 comentarios:
Totalmente cierto.
Totalmente de acuerdo, el fondo del problema es la necesidad de los gobernantes de seguir enriqueciéndose a costa del dinero de los contribuyentes.
Tal cual
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