Javier Paz García
No acostumbro publicar temas personales, pero quería compartir las vivencias por las que he pasado el último mes. Desde el domingo 20 de febrero me vino un terrible dolor paralizante en la pierna izquierda que no me permitía caminar y ni siquiera sentarme. Lo que quiero destacar de esta experiencia es la importancia de la amistad y como de una manera similar a un imán, quienes están pasando un mal momento reciben el cariño y la preocupación de amigos y seres queridos y cómo incluso estas experiencias dolorosas, nos pueden regalar grandes lecciones. Ha sido tanta gente la que me ha ayudado o ha estado pendiente durante esta travesía que es imposible no cometer injusticias de omisión. Aún a riesgo de ello quiero mencionar a mi compañero de colegio y traumatólogo Juancito Durán que siempre estuvo pendiente. Mi familia y especialmente mis primos fueron lo mejor de mi infancia y aunque ahora nos vemos menos, somos más, porque se van casando y aumenta la parentela; por ejemplo, el esposo de mi prima Jimena Roca, el Dr. Jorge Nazra, ya es parte de mi familia, y fue quien me recomendó a un fisioterapeuta que me permitió aliviar el dolor por lo menos para dormir. Otro pariente achacau, también médico, Samuel Maghidman, desde Miami no dejó de guiarme y sugerirme pasos a seguir al ver que no tenía mejoría. Luego de ver dos neurocirujanos que me dijeron que tenía un problema muscular, insistió en que busque un neurólogo, es decir una tercera opinión.
En las charlas de amigos no es infrecuente hablar mal para los suegros, ya sea en serio o en chiste. Yo tengo la mala suerte de que no tener nada malo que hablar de ellos y la preocupación que tuvieron me hicieron sentir como un hijo más, ya sea buscando a un huesero que me hizo parir o mandando mis resonancias a algún pariente en Argentina para tener otra opinión y siempre pendientes de cómo estaba. Jorge Luis Borges dijo alguna vez que “la amistad no necesita frecuencia” y en el ínterin tuve mensajes de amigos, incluso que no he visto en años como Hernán Égüez, quien me escribió para recomendarme un masajista y como Hernán, muchas personas me recomendaron fisioterapeutas, masajistas, quiroprácticos, neurólogos y una pronta recuperación con todo el cariño del mundo. Es imposible seguir todos los consejos y visitar a todos los especialistas, pero todos los consejos son agradecidos, porque vienen del cariño y la preocupación de las personas hacia uno, personas que incluso uno no ve hace años, pero como dijo Borges, la amistad no necesita frecuencia.
El martes 7 de marzo visité al neurólogo Mario Camargo quien al hacerme un examen neurológico (como ya dije, por insistencia de Samuel) me dijo que mi cuadro clínico indicaba un problema en la columna, que sería la primera vez en 30 años de carrera que ve a alguien que no puede caminar por 20 días por un problema muscular que además ha sido recontramedicado y que la pérdida de fuerza en el pie era un fuerte indicador de que iba a necesitar cirugía. Mi hizo una nueva resonancia y al día siguiente se confirmó su diagnóstico con una hernia extraforaminal entre las vértebras L5-S1 y me recomendó que por la rareza del lugar por donde salió la hernia me vaya a operar al exterior. Juancito Durán me había pasado el contacto del doctor Luciano Miller del hospital Albert Einstein en San Pablo, Brasil. Lo llamé el miércoles 8, le pasé mis estudios y me recomendó una operación inmediatamente, me dijo que me esperaba el sábado. Cómo no podía ni siquiera estar ni un minuto sentado o parado, un vuelo regular no era una opción y empecé las gestiones con mi Seguro Mundisalud de Alianza para que autoricen el transporte de un avión ambulancia. Quedo muy agradecido con la aseguradora por la rapidez y la predisposición para gestionar todo. Igualmente debo agradecer a Mariano Monasterio, dueño de Aeroeste que con el tiempo en contra hizo las gestiones, incluso antes de tener la certeza de la confirmación del seguro, para que el vuelo salga a tiempo. Volé en camilla el viernes 11 de marzo y desde entonces son decenas de personas que me han atendido, paramédicos de la ambulancia, enfermeros, anestesiólogos, el Dr. Luciano Miller, muy atento. Los brasileros tienen una simpatía natural y en el Hospital Albert Einstein se nota aún más la cortesía y el trato amistoso de un equipo de personas altamente profesionales. Esperaba ser operado el sábado, pero el Dr. Miller me explicó que el lugar de mi hernia era muy poco frecuente, menos del 3% tienen estas características, que estaba bastante lejos del foramen y que era un poco más complicada de lo normal, por lo que iba a utilizar un aparato de 3D que recién estuvo disponible el lunes, porque el sábado no estaba listo y el domingo sería usado para una cirugía de cerebro. Me operaron el lunes 14 de marzo.
Me acompañó mi esposa, Gabriela, dejando atrás a nuestros hijos, pero no solos. Quedaron con niñeras que son un amor con nuestros hijos, la señora Delia y Alci. En los días previos a nuestra venida, mientras yo coordinaba los temas del seguro y del viaje, Gabriela organizaba cómo sería la casa sin nosotros: quien llevaba y traía a los chicos al colegio, sus actividades, comida, etc. El domingo 13 de marzo mi cuñado Enrique fue con mi hijo Matías a un festejo del día del padre de su curso, el 17 fue cumpleaños de Adriana, mi hija menor, y nuestros vecinos, Romy Suárez y Orlando Núñez (quienes además llevan nuestros niños al colegio y están pendientes de ellos) le hicieron una fiesta con torta y todo, y luego el tío Enrique y la abuela Eliana la llevaron a un parque, por las fotos y videos, la pasó bomba todo el día a pesar de la ausencia de sus dos padres.
Una operación de columna no es brincadeira como dicen los brasileros, personas que han pasado por esto nos orientaron, por ejemplo, mi prima Cinthia Cronembold cuyo padre había pasado por lo mismo. Con Mauricio Antezana, quien hace unos meses se había operado con el mismo doctor Miller, hablamos mucho sobre el proceso y sobre todo sobre la recuperación postoperatoria. Nos conocíamos con Mauricio, pero nada más allá de eso y quien hizo el contacto fue una querida amiga en común, Ana Von Berger, quien sabía del problema de ambos. La predisposición de Mauricio y el tiempo que dedicó para aconsejarme, me llenan de gratitud, además ahora somos hermanos solidarios porque entendemos lo que es pasar por esto, con toda la frustración de no tener certeza sobre qué es lo que uno tiene, de no mejorar (él pasó 9 meses antes de operarse), de someterse a una operación quirúrgica y posteriormente tener los cuidados para recuperarse (yo recién comienzo ese proceso). Tanto Cinthita como Mauricio han seguido pendientes de mi evolución escribiéndome por Whatsapp.
Soy afortunado de trabajar en AgroPartners y tengo colegas maravillosos como Siegfried, quien no dice mucho, pero ofrece todo su apoyo o Pamela quien siempre está pendiente a cómo estoy y tantas otras personas uno no sabe si dicen la verdad, pero dicen que me extrañan y me quieren de vuelta. Y entre hermanos, primos, amigos, hay decenas de llamadas, cientos de mensajes que a uno lo llenan de alegría y le dan ánimo y distracción. En mis grupos de Whatsapp me han hecho reír con sus chistes y han tenido la gentileza de reír los míos, algo que tengo que aprovechar al máximo porque el rato que me recupere, no me van a perdonar mi deficiente capacidad humorística y volverán al bullying. Incluso ya en Brasil tuve la visita de Percy Áñez un amigo y mentor quien es una enciclopedia de anécdotas y con quien es imposible pasar un tiempo sin reír de algo. Y si sumamos, son cientos de personas las que me han ayudado, ya sea amigos y familiares con consejos y palabras de apoyo, o personas que no conocía y que probablemente no volveré a ver nunca más como enfermeras, personas de limpieza, doctores, pilotos o paramédicos que han hecho posible que hoy esté mejor. Y también personas que sin estar en contacto conmigo, lo han estado con mi esposa, mis padres o hermanos para preguntar cómo estoy.
Tengo la suerte, no solo de tener a ambos padres vivos, sino de tener los padres que quiero tener. Su acompañamiento, tanto físico, con mi padre dejando todo para llevarme a algunas fisioterapias cuando Gabriela no podía, o mi madre buscando algún remedio y bueno, visitándome y dándome el cariño que sólo los padres pueden dar es algo que no tiene precio.
Dejo lo mejor para lo último. Durante todo este tiempo, más de 20 días sin poder levantarme de la cama, al comienzo ni siquiera para hacer mis necesidades básicas, comiendo con el plato en el pecho porque ya 30 grados de inclinación me generaban un dolor insoportable en la pierna izquierda, tuve un ángel guardián a mi lado: mi esposa Gabriela. Reorganizó todas sus actividades para poder estar a mi lado, llevarme a médicos y fisioterapeutas, buscando como acomodarme una almohada para encontrar la posición menos dolorosa, viendo que tome mis remedios, trayendo mi computadora para poder trabajar y luego velando que descanse. Ella es doctora en medicina interna, traumatología, psicología, fisioterapia, neurología, dermatología, etc. y no he podido estar mejor cuidado que con ella a mi lado, además me da cosas ricas para comer. Es una mujer maravillosa y detallista que demuestra su amor mediante el servicio a otros y sigue acompañándome en Brasil, dejando sus cosas, y perdiendo el cumpleaños de nuestra hija menor. También es brava: ya me trató porque ayer pasé mucho tiempo sentado en una reunión de trabajo. No espero llegar al punto de ponerme esas poleras que dicen “me pega porque me quiere”, pero tengo una persona que se preocupa por mí y me siento afortunado de tener a Gabriela como compañera de vida.
Soy un bibliófilo incorregible y a menudo, mis reflexiones vienen de cosas que he leído o relaciono situaciones de la vida con las de algún libro. Mi experiencia de este último mes me trajo a la memoria uno que recomiendo a toda persona: El Hombre en Busca de Sentido de Viktor Frankl. Frankl fue un neurólogo y psiquiatra austriaco del siglo pasado. También fue un sobreviviente del holocausto nazi. El libro es en parte un testimonio de su experiencia en los campos de concentración, donde perdió a su esposa, a sus padres y muchos seres queridos y fue sometido a las condiciones más degradantes que uno puede imaginar. También postula que la esencia de la felicidad es buscar un sentido a la vida y que incluso experiencias dolorosas pueden ayudarnos a encontrarlo. En esta línea de pensamiento no es infrecuente por ejemplo que una madre que ha perdido a un hijo por un conductor borracho, dedique su vida a concienciar sobre esto y encuentre sentido a dicha pérdida, a esto se refiere Frankl. No hay punto de comparación entre el sufrimiento que vivió Frankl y un simple dolor de pierna, pero guardando las distancias, mi identifico con lo postulado por él. Nadie busca el dolor y el sufrimiento en sí mismos, pero cuando llegan, pueden también traernos regalos. Yo por ejemplo hice nuevas amistades como la de Mauricio Antezana, con quien solo hablé por teléfono, pero con quien tengo la obligación de ir a tomar un café cuando retorne para que nos contemos anécdotas de lisiados. Recibí tanto cariño de tantas personas que me sobrepasa la emoción. Sin las guías de amigos y parientes tal vez hubiera tardado más tiempo en llegar aquí y poder ahora estar sentado y sin dolor (la mayoría de este artículo lo escribí echado, porque todavía tengo que limitar mi tiempo sentado o parado). Amo a mi esposa, valoré lo afortunado que soy de tenerla a mi lado y salgo con un matrimonio aún más fortalecido (ella dice, que con lo que me cuidó, ya no me queda saldo para que me cuide en mi vejez, pero no le creo, en todo caso, mi plan es morirme primero). Hoy es el día del padre en Bolivia, y aunque ahora no estoy con ellos, agradezco que están bien cuidados en nuestra ausencia y agradezco el regalo de ser papá, lo que aprendo de ellos es increíble. Incluso en lo laboral, dejé de hacer cosas necesarias por trabajar desde casa, pero pude dedicar tiempo a cosas importantes que requieren la concentración que es difícil de encontrar en el ritmo frenético de la oficina y vi un equipo de trabajo estupendo que no dejó que nada nos frene.
Ser agradecido, sentirse agradecido por la vida, por la salud, por la familia, por los amigos es una de las cosas más sanas y gratificantes que uno puede tener. Es imposible ser feliz si uno no tiene algo por lo cual estar agradecido. Yo tengo mucho por qué sentirme agradecido y afortunado. Por ejemplo, me siento agradecido de algo tan prosaico como poder caminar, es algo tan común que solo lo valoramos cuando lo perdemos y eso en parte se lo debo a mi hernia, y también a causa de esta experiencia valoro más y me siento agradecido y por mi familia, por mis amigos, por mis colegas y por la bella esposa que tengo a mi lado. Increíblemente, cuando hago un balance, no sé ciertamente si lo que me pasó fue bueno o malo.
Santa Cruz de la Sierra, 19/03/2022
http://javierpaz01.blogspot.com/