sábado, 25 de enero de 2020

No hay Cincinatos en Bolivia

Javier Paz García
Lucio Quincio Cincinato fue un patricio de la República Romana a quien el Senado nombró dictador para dirigir al Ejército Romano contra una invasión. Una vez logró la victoria rechazó todos los honores, renunció a su cargo de dictador y volvió a su granja a trabajar la tierra. Cincinato representa la persona que cumple la función pública por obligación moral y la cumple con honor, con rectitud, con valentía y sin afán de acumular riqueza, fama o poder. 
No puedo hablar por todos, pero creo que la mayoría de los bolivianos que veíamos con miedo el totalitarismo y los abusos del MAS, llegábamos con esperanza a cada proceso eleccionario: con la esperanza de la unidad de una oposición que podía tener muchas discrepancias ideológicas pero que compartía la vocación democrática, que el MAS amenazaba de muerte. Y todos hablaban de la unidad, incluido los políticos… hasta que llegaban las elecciones y aparecían los candidatos como pipocas. Así fue el 2009 y así fue el 2014. El 21F mostró que el MAS empezaba a debilitarse y que con un frente único se le podía ganar y con ello nuestras esperanzas aumentaron. Los principales actores de esta tragicomedia se ocuparon de tirarlas por los suelos. El primero de ellos fue Carlos Mesa, quien al día siguiente del descalabro de La Haya, donde él jugó su parte siendo funcionario del MAS, lanzó su candidatura sin buscar la unidad. Pateó el tablero porque en política como en boxeo muchas veces el que da el primer golpe, gana. Carlos Mesa no es un Cincinato. Óscar Ortiz, persona a quien conozco y respeto, lideró la opción que se perfilaba en tercer lugar. Cuando era evidente que su candidatura perdía fuerza por la efectiva campaña del voto útil de Mesa, pudo haber renunciado, aunque sea una semana antes y pasar a la historia como un político diferente, como alguien que verdaderamente anteponía los intereses de la nación a los suyos, pero decidió no hacerlo. Óscar tampoco es un Cincinato.
Luego de las elecciones comenzaron las protestas donde surgieron dos personas que con su liderazgo y valentía lograron algo que pensábamos imposible: unir al país, movilizar las protestas, acabar con la tiranía de Morales y recuperar la libertad y el Estado de derecho. Luis Fernando Camacho y Marco Pumari hicieron algo por lo que los bolivianos les debemos nuestro eterno agradecimiento. Luego, de manera individual entraron en la carrera presidencial sobre la cual habían afirmado que no tenían interés, tuvieron una serie de desencuentros y actitudes dudosas que pusieron una mancha en su credibilidad, y terminaron juntos luego de hacerse un innecesario daño mutuo. Ni Camacho ni Pumari son unos Cincinatos, pero probablemente votaré por ellos, me siento en deuda con ellos. 
Hoy siguen apareciendo las candidaturas, ahí está Tuto con su carta que dice que respeta lo que hicieron Camacho y Pumari pero que concluye que él quiere ser presidente, con la consecuente dispersión del voto. Tuto tampoco es un Cincinato. Pero confieso que lo que más me duele es la candidatura de Jeanine Áñez, una persona sobre quien seguía creciendo mi admiración, que hasta ahora lo había hecho todo bien, y quien acertadamente había dicho, de forma categórica que no se postularía. ¡Y debió cumplir su palabra! Porque ella llegó a ese cargo en circunstancias extraordinarias con la obligación de administrar un periodo de transición y pacificación; porque hacer campaña inevitablemente la distrae de sus labores y obligaciones como presidenta; porque desde ahora, los actos de Estado, la publicidad estatal, las conferencias de prensa y todo lo que hagan su gobierno, sus ministros y ella como presidenta es propaganda para la candidata, siguiendo el ejemplo de Evo Morales, bajo el amparo de la constitución que Evo Morales hizo aprobar espuriamente; porque es un factor más de dispersión del voto cuando el MAS todavía debe tener entre el 25 al 30% de voto duro con opción a subir; porque el haber cumplido su palabra y haber administrado el Estado y las siguientes elecciones desde una posición de imparcialidad y el haber entregado el poder a otra persona le hubiera dado un prestigio y una valoración ante los ciudadanos que la hubiera colocado a un nivel de heroína y posiblemente la mejor posicionada para las siguientes elecciones. Pero como dicen los que saben, en política las oportunidades no se desaprovechan, y el poder hay que agarrarlo cuando se puede. Jeanine pudo elevarse al nivel de Cincinato y pasar a la historia; prefirió ser una política más. Pero bueno, nadie vive de la historia, del prestigio, del honor, en cambio el poder sí ayuda a vivir mejor. 
Quien lideró la lucha por la independencia de los Estados Unidos fue el General George Washington. Era un héroe indiscutible y fue elegido como el primer presidente de esa joven nación nacida bajo los sueños de libertad. Luego de su primer periodo pudo haber continuado, no había ningún impedimento legal para ello y también había gente que le pedía seguir; prefirió renunciar al poder y dejar su lugar para otros. Con su ejemplo dejó un inconmensurable legado y puso en marcha una democracia que nunca ha sido interrumpida por un golpe de Estado ni ha tenido pugnas sangrientas para conquistar el poder. La ciudad de Cincinnati se fundó como un homenaje a Washington y a hombres como él que lucharon desinteresadamente. La grandeza de Estados Unidos se debe a líderes como Washington. Lamentablemente en Bolivia no tenemos Cincinatos.
Santa Cruz de la Sierra, 25/01/20
http://javierpaz01.blogspot.com/

3 comentarios:

Unknown dijo...

Así es todos tienen ambiciones y piensa en su bienestar y no en la mayoría

Unknown dijo...

Y SEGÚN USTEDES SRS. LETRADOS, QUIÉN DEBERÍA IR D CANDIDATO, HABER DÍGAN, SIMPLE Y LLANAMENTE NO PUEDEN TRAGAR TODAVÍA Q UNA MUJER HAYA HECHO LO Q NINGÚN HOMBRE PUDO HACER, ÉEEESITO NO LES CUESE NOOOOOOO, MACHÍSTAS INÚTILES!!!

Deafatha dijo...

Para mi, muy bien todo el análisis de la calidad de los actores políticos, no hay uno solo que se acerque al concepto de Cincinato, lamentable. Hubo uno solo, en el siglo XX, que se perfilaba, pero lo mataron pronto.
Un solo error, don Javier Paz, como analista independiente, confesar por quien votaría.