Javier Paz
García
Alberto
Bonadona en su artículo Racionalidad
económica limitada (El Deber, 28/01/12), entre divagaciones y errores
conceptuales, hace una crítica de la racionalidad.
En
primer lugar confunde los fines u objetivos, con los medios e intenta analizar
la racionalidad de los objetivos. También critica la “forma simple de razonar”
de los economistas, ¡sin embargo implícitamente iguala la racionalidad
económica con la búsqueda de acumulación de riqueza! Nada es más simplista que
esto.
Cada
persona tiene diferentes valores éticos y objetivos personales. Unos quieren
ser ricos, otros ascetas, unos poetas, otros don juanes, unos jugar fútbol,
otros ayudar a los pobres, etc. Como indica Ludwig von Mises, los objetivos de
cada ser humano no están sujetos a un análisis de racionalidad y nada tiene que
decir el economista sobre éstos. Sin embargo, para lograr nuestros objetivos,
los seres humanos disponemos de recursos, que siempre son escasos. Es el uso de
la razón lo que nos permite que tomemos decisiones con respecto al uso
adecuado de los recursos para alcanzar nuestros objetivos. Y es el trabajo del
economista estudiar el uso racional
de los recursos. Para ello debe presumir cierta racionalidad de los individuos;
sin esta presunción su trabajo se hace imposible. Corresponden a la psicología
y la psiquiatría el estudio de la irracionalidad. Bonadona confunde la presunción de
racionalidad como herramienta de análisis con juicios de valor de carácter
ético. Por ejemplo dice que “Escoger el propio interés de acumular capital, por
ejemplo, puede llevar a un ser humano a esclavizar a otros”. Efectivamente
esclavizar a otros es éticamente deleznable, pero no es en sí mismo, racional o
irracional. Bonadona ni siquiera entiende la definición de libre mercado, cuya característica principal precisamente excluye
situaciones de esclavitud: el comercio de esclavos y la trata de personas no
son mercados libres.
Bonadona
confunde racionalidad con conflicto de intereses y luchas de poder (y
nuevamente la asocia a actividades anti-éticas) cuando dice que “preservar lo
que escogió un grupo por la posición que en un momento ocupa (conquistador,
hacendado o gobernante de turno) significa mantener la condición de extrema
pobreza de otros grupos, tal elección será ‘racional’ para el grupo poderoso,
pero no para el grupo sometido. ¿Cómo explicar, entonces, que este segundo
grupo pudo ser económicamente irracional?”. La racionalidad del explotador no
implica la irracionalidad del explotado ni viceversa: ambos grupos pueden estar
actuando racionalmente en un escenario de explotación y abuso de poder. Por
cierto este tipo de situaciones donde ciertos grupos mantienen privilegios es
característico de los Estados: los mercados competitivos tienden a reducir los
privilegios sectoriales, en cambio los gobiernos tienden a crear grupos
privilegiados a costa del resto.
Finalmente
Bonadona llega a la insólita e infundada conclusión de que la causa parcial de
la pobreza en el mundo es que “se privilegia como única la concepción de la
racionalidad económica”. Por supuesto, su simplista y errónea concepción de la
racionalidad económica lo lleva a este desenlace.
Santa Cruz de la
Sierra, 10/02/12
http://javierpaz01.blogspot.com/