Javier Paz García
La inflación se describe comúnmente como el aumento generalizado de los precios, pero una descripción análoga y un poco más rigurosa, sería la de la pérdida de valor de la moneda. En efecto, si tomamos precios relativos, es decir, el costo de tomates en términos de papas, (con cuantos kilos de papa compro un kilo de tomates) o el costo de un vehículo en términos de licuadoras (con cuentas licuadoras compro un vehículo) vamos a ver que en realidad los precios se mantienen estables. Incluso si medimos los precios en términos de dólares americanos (al tipo de cambio real de mercado) o soles o euros o cualquier moneda, también vamos a ver que los bienes y servicios no han subido de precio. Lo que ha sucedido es que la moneda boliviana ha perdido valor y ahora se requieren más bolivianos para comprar papas, tomates, licuadoras, vehículos, dólares, soles o euros. El valor de una moneda depende de la emisión monetaria que haga el banco central, y mientras más imprima billetes, menos valdrá su moneda. El gobierno sigue gastando por encima de sus posibilidades, endeudando al país, comiéndose las reservas internacionales e imprimiendo billetes por lo que para los próximos años podemos esperar mayor inflación. La inflación es un impuesto disfrazado que impone el Estado a sus habitantes y además es un impuesto regresivo, es decir que golpea en mayor proporción a los más pobres. Es paradójico que los gobiernos socialistas que dicen tener una predilección por los pobres, tengan una tendencia a generar políticas altamente inflacionarias, a menos que dicha predilección se refiera efectivamente a hacer que haya más gente pobre.
Altos niveles de inflación distorsionan la información contable, dificultan las proyecciones de largo plazo e imponen nuevos riesgos en la gestión de las empresas. También generan presiones por aumentos salariales. Con un horizonte inflacionario, cada empresa tendrá que establecer sus políticas salariales de acuerdo a sus circunstancias, pero con la inflación todos pierden, las empresas no pueden aumentar indiscriminadamente los sueldos y puede suceder que todos, empleadores y empleados, terminen insatisfechos. La inflación alta requiere que, tanto empresas como personas, pongamos más atención a nuestros ingresos y gastos y esto es algo donde las empresas pueden ayudar a sus colaboradores, asesorándoles en sus finanzas personales.
Esta nota pretende ser una guía genérica sobre buenas prácticas para gestionar nuestras finanzas a nivel personal.
Propósitos de vida
Considero importante comenzar con los propósitos personales. ¿Qué aspiraciones tenemos? ¿Qué quisiéramos lograr en el corto, mediano y largo plazo? Por ejemplo, un objetivo de corto plazo podría ser comprar un vehículo, un objetivo de mediano plazo podría ser tener una casa propia o poder pagar una universidad privada a los hijos y un objetivo de largo plazo podría ser ahorrar para la jubilación y no depender de las pensiones estatales. Algo que sugiero es que no nos limitemos a temas de finanzas o de acumulación de bienes, sino más bien que comencemos con nuestros propósitos de vida y luego veamos como nuestras finanzas pueden contribuir a dichos propósitos. Hay aspiraciones comunes a casi todos, como tener una casa propia, tener buena salud o criar hijos que sean personas de bien que puedan valerse por sí mismos. Otras aspiraciones son más particulares y dependen de la situación y las preferencias de cada persona. Por ejemplo, para un profesional joven la prioridad podría ser trabajar en diferentes funciones o empresas para ganar experiencia sin importar el sueldo, mientras que para otra persona podría ser prioritario tener estabilidad laboral. Todos los seres humanos aspiramos a ser felices y lo somos a través de las amistades que cultivamos, de actividades que nos gustan, ya sea pintar, jugar fútbol los fines de semana, escribir, ayudar a los necesitados, etc., o de desafíos que vamos superando. Como podemos ver, no todas nuestras aspiraciones tienen que ver con dinero y acumulación de capital, pero una buena gestión de nuestras finanzas personales puede contribuir a cada una de estas aspiraciones. Entender nuestros propósitos de vida nos ayudará a priorizar, a discriminar lo importante de lo superfluo y entender que, sin importar cuántos pantalones tenemos en nuestro ropero, tenemos más de los que necesitamos.
Presupuesto
El presupuesto es un documento donde identificamos y segmentamos nuestras fuentes de ingreso y nuestros gastos. No tiene que ser complicado y debe reflejar nuestras prioridades y propósitos de vida; entonces, si queremos tener dinero para empezar a construir una casa dentro de 5 años, debemos establecer una meta de ahorro que nos permita lograr ese objetivo. Cada familia vive una situación diferente y para algunos el reto puede ser simplemente llegar a fin de mes. En todos los casos, la base de unas finanzas saludables está en gastar menos de lo que se gana y nuestro presupuesto debería apuntar a ello, generando algún ahorro para inversiones. Es esta etapa en la cual debemos decidir qué es prioritario y a qué gastos queremos renunciar: ¿este año voy a salir menos los fines de semana o voy a postergar la compra de las zapatillas de fútbol que deseaba? El presupuesto tiene un componente aspiracional, por ejemplo, una meta relacionada con la salud, puede ser consumir menos bebidas alcohólicas, luego nuestro presupuesto tiene que reflejar que este año gastaré menos en bebidas alcohólicas, lo cual en la realidad puede suceder o no, según la disciplina que tenga para cumplir mi meta.
Control de gastos
Lo que no se mide no se gestiona y si queremos manejar mejor nuestras finanzas personales, necesitamos medir nuestros gastos. El establecer objetivos y elaborar un presupuesto nos da un horizonte de lo que tenemos que hacer. Lo siguiente es controlar que nuestros gastos reales se ajusten a nuestro presupuesto. Llevar un control de nuestros gastos, nos permite identificar los desvíos y corregirlos o ajustar nuestro presupuesto. Las empresas tienen áreas de contabilidad que llevan un control minucioso de los gastos, hasta el último centavo. Para las personas este ejercicio puede ser tedioso e impráctico, y cada quien debe decidir el nivel de rigurosidad con el que quiere llevar el control de sus gastos, pero en todo caso, es recomendable que por lo menos algún tiempo mida los gastos de manera rigurosa y sepa en qué se le va la plata. Esto le permitirá hacer un mejor presupuesto, lo más ajustado a la realidad y también identificar más fácilmente las oportunidades de ahorro.
Los gastos están compuestos por dos componentes: volumen y precio. El control de gastos no solo tiene que ver con decisiones de comprar o no comprar algo, sino también con acciones que nos permiten reducir precios de compras o volúmenes de consumo. En algunos artículos no podemos reducir el precio, por ejemplo, la electricidad, pero podemos bajar el consumo cuidando que no queden luces innecesariamente encendidas. En otros, podemos bajar el precio por ejemplo comprando una mayonesa más barata o haciendo nuestra propia mayonesa o sustituyendo proteínas animales por proteínas vegetales que son más baratas. Otras acciones que nos pueden ayudar a bajar gastos son cotizar en diferentes mercados o buscar ofertas y promociones.
Ahorro e inversión
Idealmente ganamos más de lo que gastamos para vivir y nos sobra dinero que ahorramos e invertimos. Aunque a lo largo de nuestras vidas no siempre nos sobra para ahorrar, es algo que debemos procurar porque el ahorro y la inversión es lo que nos permitirá tener ingresos adicionales en el futuro y un colchón en caso de urgencias e imprevistos. El ahorro es el resultado de un buen presupuesto y una disciplina de gastos. ¿Cómo invertimos nuestros ahorros? Algunas opciones pueden ser un lote de terreno, o un departamento que genere un alquiler, o convertir el ahorro en capital de trabajo para hacer compra venta de algo.
En tiempos de alta inflación, la moneda pierde valor rápidamente por lo que tener los ahorros en moneda local o colocarlos a un DPF es una mala idea. Algunas alternativas son los dólares, que por la situación de Bolivia no conviene depositar en bancos o criptoactivos como el USDT que a través de plataformas como Binance permiten a la gente tener dinero de inmediata disponibilidad, como en una cuenta bancaria, sin necesidad de tenerlos bajo el colchón. En todo caso, no conviene mantener balances en moneda local más allá de las necesidades que uno vaya a tener durante el mes. Mucha gente invierte su dinero prestándolo a otros. Más allá del riesgo de crédito que cada persona debe sopesar, ahora existe el riesgo de pérdida de valor de la moneda debido a la inflación, por lo que esta actividad es aún más riesgosa.
Deuda
En tiempos de inflación, donde el salario alcanza para menos, sugerir endeudarse y adquirir una obligación adicional puede parecer contradictorio; sin embargo, el endeudamiento nos protege parcialmente contra la inflación. Para la mayoría de las familias el activo más importante es su propia casa y la forma más viable de obtener una es a través de préstamos bancarios. El tener deuda con el banco y tener una casa propia es una forma de protección contra la inflación, ya que el valor de la deuda es fijo y en términos reales disminuye con la inflación, mientras que el valor de la casa lo determina el mercado y se va ajustando (generalmente para arriba) con el tiempo. Es un fenómeno bastante frecuente, incluso en entornos de baja inflación que para cuando alguien ha terminado de pagar sus cuotas al banco, luego de 15 o 20 años, su casa vale más de lo que le costó originalmente. Si tener deuda nos da una protección parcial contra la inflación, entonces es bueno mantener un nivel de endeudamiento en el sistema bancario y pagar las cuotas que correspondan, sin adelantar pagos.
Por supuesto, existen niveles óptimos de endeudamiento y otros niveles que pueden ser insostenibles y peligrosos. Es importante hacer una buena evaluación de nuestra capacidad de endeudamiento y para ello, nuevamente hacer un buen presupuesto y ser cuidadoso con nuestros gastos nos permitirá hacer una mejor evaluación, aumentar nuestra capacidad de ahorro y por ende nuestra capacidad de endeudamiento. También es importante considerar para qué nos endeudamos. Idealmente deberíamos tomar deuda para algo que se valorice en el tiempo, como sucede con un lote o que nos genere una renta, como un departamento para alquilar o capital para un negocio. Menos recomendable es endeudarse para obtener activos que pierden valor con el tiempo y no generan ingresos como un vehículo (que sí puede generar ingresos si se lo utiliza de taxi) o un electrodoméstico. Aún menos recomendable es endeudarnos para hacer un gasto como ir de viaje al Caribe. Finalmente podemos esperar que con la inflación las tasas de interés suban en el futuro, lo que significará cuotas mensuales más altas, que pueden estresar nuestras finanzas.
Consideraciones finales
No se necesita ser genio para mantener las finanzas personales saludables, sino ser disciplinado. Tener una disciplina financiera donde gastemos menos de lo que nos ingresa y generemos ahorros tiene beneficios que van más allá de acumular capital y que incluyen una vida con menos estrés, mejor salud, la priorización de objetivos de vida y mayor disfrute de la misma.
Santa Cruz de la Sierra, 12/01/25
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