domingo, 29 de diciembre de 2024

Los políticos no son liberales… los empresarios tampoco

 Javier Paz García

Recuerdo vívidamente el primer cabildo al que asistí el 2007. Yo acababa de retornar a Bolivia, luego de ocho años de vivir en el extranjero. En ese entonces Evo Morales acumulaba poder, atropellaba las leyes, violaba los derechos ciudadanos y avanzaba en su agenda socialista. En realidad, no recuerdo los detalles del cabildo, sino las palabras del entonces gobernador de Santa Cruz, quien, a mi entender, era uno de los líderes de la oposición democrática y liberal contra el atropello socialista en Bolivia. En su discurso, a los pies del Cristo Redentor el gobernador de Santa Cruz dijo que Evo Morales no era un verdadero socialista, que él iba a mostrarle lo que era el verdadero socialismo. Recuerdo la desazón que sentí porque si el líder del bastión opositor proclamaba ser más socialista que Evo Morales, entonces la batalla de las ideas estaba perdida y el socialismo iba a avanzar. En ese momento el socialismo estaba de moda en el país y “liberal” era una mala palabra. Generalmente los políticos quieren ser populares, entonces hacen y dicen lo que les genera popularidad y les da poder. Es difícil (no imposible) que un político en el poder promueva una agenda liberal, porque requiere que el político ceda poder, disminuya el aparato estatal, tenga menos empleados a su cargo, aumente las libertades de los ciudadanos y limite el poder del Estado, es decir de sí mismo. Y ceder poder no es natural. El político no es un ideólogo, es un acumulador de poder. Por esto, el Nobel de economía Friedrich Hayek pensaba que la mejor forma de promover las ideas liberales era a través de centros de pensamiento (think tanks). 

Por las mismas razones que es difícil encontrar políticos liberales, también es difícil encontrar empresarios liberales. A menudo cometemos el error de suponer que, porque el liberalismo es el mayor defensor de la libre empresa, los empresarios son naturalmente liberales, pero como decía Ludwig von Mises, los empresarios no tienen por qué ser liberales, ellos buscan maximizar sus ganancias y si medidas contrarias a la libre empresa contribuyen a que ganen dinero, ellos estarán a favor. Si los empresarios pueden conseguir privilegios por parte del Estado como regulación de precios que los beneficia, subvenciones, leyes que limitan la competencia, tarifas y medidas paraarancelarias que les otorgan mercados cautivos, van a buscar esos privilegios. En Bolivia el soyero recibe el diesel subvencionado a costa de todos, el pollero, recibe la soya subvencionada a costa del soyero, el ama de casa recibe la carne subvencionada a costa del ganadero, el ganadero recibe vacunas subvencionadas a costa del ama de casa, el productor recibe créditos con tasas subvencionadas a costa del pensionista y se cumple a cabalidad lo dicho por el gran economista francés del siglo XIX Frédéric Bastiat: “El Estado es esa gran ficción a través de la cual todo el mundo trata de vivir a expensas de todo el mundo”. Y todos los gremios empresariales y sindicatos de trabajadores buscan activamente que el Estado les otorgue privilegios que inexorablemente otros tendrán que pagar y nadie reclama cuando el gobierno lanza medidas que los beneficia a costa de otros, solamente cuando beneficia otros a costa de uno. El empresario no es un ideólogo, es un generador de riqueza.

Una línea discursiva frecuente de la izquierda ubica a los empresarios como personas egoístas, que hacen cualquier cosa para enriquecerse y que incluso disfrutan de la miseria de los otros, mientras que los políticos (ellos mismos) son los desinteresados salvadores y protectores de los pobres y oprimidos. De parte de los intelectuales de derecha a menudo escuchamos lo contrario: los políticos son personas egoístas que hacen cualquier cosa para enriquecerse, incluso a costa de la miseria de otros y los empresarios son héroes que generan empleo y trabajo. Ambas líneas discursivas satanizan a unos e idealizan a otros, es decir, simplifican y caricaturizan la realidad. Un marco más sensato es el que proponen Gordon Tullock y James Buchanan (premio Nobel de economía 1986) en su libro The Calculus of Consent: Logical Foundations of Constitutional Democracy publicado en 1962. Estos economistas utilizan las herramientas del análisis económico al campo político y analizan a los políticos como jugadores buscando su propio interés. Esta metodología nos permite entender cosas que no se pueden explicar bajo el supuesto de políticos desinteresados, dispuestos a sacrificarse para lograr el bien común. Y es que la misma noción de “bien común” adolece de rigurosidad y es imposible definir porque una sociedad está compuesta de personas con preferencias e intereses diversos, a menudo en conflicto entre sí. 

No es mi intención y no se debe inferir de lo anterior que los políticos y empresarios bolivianos son peores que en otros países. Tullock y Buchanan escribieron su libro pensando en el sistema político americano, Hayek y Mises fueron economistas austriacos de principios del siglo XX y Bastiat de mediados del siglo XIX. Ninguno de ellos pensaba en la Bolivia del siglo XXI al escribir lo que escribieron, simplemente describían la naturaleza humana que es la misma en todas partes. También es un error satanizar la búsqueda del propio interés de parte de las personas, sean empresarios, médicos o políticos; buscar el propio interés es natural y deseable y podemos concluir, para sorpresa de muchos, que los empresarios y políticos son seres humanos, como nosotros, con preferencias y sesgos, luces y sombras, fortalezas y debilidades, lo que no significa por supuesto, que no haya unos más honestos, más altruistas o más capacitados que otros. 

Santa Cruz de la Sierra, 29/12/2024

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domingo, 22 de diciembre de 2024

Las consecuencias de prohibir exportar

 

Javier Paz García

El gobierno recientemente prohibió las exportaciones de aceite de soya para luego revertir la medida una semana después. El motivo aducido es que los precios del aceite en el mercado interno estaban subiendo. ¿Realmente estaba subiendo el precio del aceite? Para entender el sentido de la pregunta tenemos que tener un punto de comparación, si lo comparamos con la moneda local, el boliviano, podríamos concluir que está subiendo; pero si lo comparamos con otra moneda, digamos dólares o soles, el precio no ha subido y si lo comparamos con otros bienes, digamos, papas, automóviles, pastas dentales, tampoco ha subido. Entonces, no es que el aceite esté más caro en términos de otros bienes y servicios, sino que la moneda de referencia, el boliviano, viene perdiendo valor. Y si el boliviano pierde valor con respecto a todas las monedas, bienes y servicios, entonces tenemos un fenómeno monetario cuyos únicos responsables son el Estado y el Banco Central, por su incontinencia fiscal y su nivel de emisión monetaria.

Fruto de la devaluación del boliviano, cuyo único responsable es el Estado, los habitantes de este país, perdemos poder adquisitivo, nuestros ingresos nos alcanzan para menos cosas y nos empobrecemos. Al mismo tiempo, Bolivia se torna un país barato para el resto del mundo y producto de ello, aumentan las exportaciones, tanto legales, como también el contrabando. Entonces lo que está sucediendo es que el boliviano pierde valor, lo que hace más atractivo para nuestros vecinos comprar productos bolivianos, con lo cual aumenta el contrabando de muchos bienes, entre ellos el aceite, lo que puede ocasionar desabastecimiento. Nuevamente, el responsable de frenar el contrabando es el Estado, quien falla en su función y luego busca a quienes culpar.

¿Es efectiva la medida de prohibir exportar para bajar precios? En el caso del aceite y en el corto plazo, sí, porque Bolivia produce una gran cantidad de aceite destinado a la exportación y con solo el 20% de la soya que se cosecha, se cubre el mercado interno. Entonces prohibir las exportaciones inunda al mercado de aceite, que incluso difícilmente puede ser desviado por el contrabando. En cambio, si fuera un producto con una proporción menor de exportación, prohibirlas no evitaría que el producto salga de contrabando e igualmente suban los precios y haya desabastecimiento. En el largo plazo, la historia es diferente. Si el gobierno lograra implementar esta medida, en cuestión de un par de años acabaría con la agroindustria, los agricultores reducirían sustancialmente su área de soya y el resultado sería menos producción, menos exportación, menos productos para el mercado local e igualmente desabastecimiento y precios altos, con el agravante de una industria destruida gratuitamente. Este no es un resultado teórico, es exactamente lo que le pasó a la industria petrolera en este país. El MAS heredó un sector pujante, con reservas crecientes, con muchas inversiones extranjeras y lo estranguló hasta secarlo. El sector petrolero tiene horizontes de inversión de muy largo plazo, y por eso recién vemos las consecuencias del desastre que el MAS ocasionó desde el minuto que asumió el poder en el 2006. En el caso de la soya, los horizontes son más cortos y una efectiva prohibición de exportaciones podría acabar con el complejo agroindustrial soyero en un par de años.  

Afortunadamente, el gobierno decidió levantar la prohibición, pero eso no significa que no existan perjuicios. Al haber prohibido la exportación de aceite, aunque sea una semana, el gobierno muestra que no hay seguridad jurídica en este país, que estamos a expensas de los caprichos de idiotas que no entienden nada de economía, y no les interesa el bienestar de los productores y trabajadores bolivianos. Es paradójico que el gobierno nacional hace apenas unas semanas se quejaba del perjuicio que Evo Morales ocasionaba con los bloqueos y luego prohíba las exportaciones. Las dos medidas son análogas: son actos de fuerza que violan el derecho a la propiedad privada, al libre tránsito, socaban la seguridad jurídica y perjudican a los productores del país. La medida del gobierno es incluso peor, precisamente porque utiliza el monopolio de la fuerza que los ciudadanos cedemos al Estado para administrar justicia, para cometer un acto de injusticia. El precedente que deja esta medida ya revertida, es nefasto y duradero.

Ante esta situación y un sinnúmero de abusos que comete el gobierno, la reacción de los sectores productivos es a menudo mojigata. Por ejemplo, tratando de llevar una línea argumentativa en torno a que ellos no han subido precios o no han reducido sus cuotas en el mercado interno, con lo cual admiten tácitamente que prohibir exportaciones es una medida válida y justa si es que hay desabastecimiento o suben los precios en el mercado local. Los sectores productivos adolecen de una falta de argumentos claros y coherentes en defensa de la propiedad privada, el estado de derecho y el libre mercado, y al no tenerla, deben entrar al juego discursivo del gobierno, que los hace ver como los malos de la película y mantenerse a la defensiva. Mientras tanto, el país cada vez peor.

Santa Cruz de la Sierra, 22/12/2024

jueves, 12 de diciembre de 2024

Una travesía maravillosa

 

Javier Paz García     

Estoy subido en un avión y a mis 44 años me sigue fascinando volar, me gusta sentir la aceleración al despegar, sentir que el estómago se sube cuando el avión cae de golpe por entrar en una zona de baja presión y procuro siempre estar en la ventana para poder ver como las cosas se van haciendo chicas a medida que ascendemos. Ver las salidas o puestas de sol desde un avión es espectacular y yo siempre quiero estar en un asiento de ventana, con una excepción… cuando voy con mis hijos y son ellos los que quieren ir en la ventana. Es increíble lo que los padres hacemos por nuestros hijos. Por supuesto ceder el asiento de ventana de un avión es una tontería, pero son muchas cosas más las que los padres ceden: su tiempo, su sueño, su paciencia, salidas con amigos y por supuesto el dinero que cuesta criar un hijo. Uno podría decir que como padre uno se sacrifica por los hijos; por ejemplo, ahora estoy en un avión en el asiento del pasillo (sigo con esta nimiedad) y mis hijos, cerca de la ventana. Verlos mirar por la ventana y emocionarse, es para un padre, emocionante y nos hace revivir nuestra infancia. Eso no es sacrificio, sino felicidad pura, tal vez otro tipo de felicidad, la que uno obtiene de ver a otros felices. Algo asombroso de ser padre es que uno se alegra por la alegría de sus hijos y vive sus triunfos y sufre sus fracasos de una forma íntima y personal, más profunda que con cualquier otra relación.

Y cómo vivimos sus éxitos y fracasos de una manera íntima y personal, no queremos que sufran y no queremos que fracasen. Queremos lo mejor para ellos ¡y qué difícil es saber qué es lo mejor para ellos! ¿Cedemos por esa media hora más que quieren ver videojuegos porque están de vacaciones o los mandamos a dormir? ¿Los ayudamos a atarse las trenzas o los dejamos que breguen? ¿Los consolamos cuando hacen un berrinche o le damos un carajazo? No existe una respuesta correcta y cada padre tiene su propia filosofía, pero en general buscamos educarlos y hacerlos personas de bien, que sepan valerse por sí mismos y que sepan ser felices con lo mucho o poco que les dé la vida.

Así es, buscamos educarlos y decir que los padres transmitimos conocimientos y valores a nuestros hijos es una verdad de Perogrullo. Algo menos obvio, pero igualmente cierto es que los hijos nos enseñan mucho a los padres. Formar una familia y criar hijos es una experiencia maratónica de paciencia, de caídas, alegrías, enojos, conversaciones, berrinches, torpezas y ternuras donde forjamos el carácter de nuestros hijos y forjamos nuestro carácter, donde vamos descubriendo la personalidad de nuestros hijos y descubrimos aspectos de nuestra propia personalidad. Es una travesía no exenta de errores y frustraciones, como haber sido profesor de mi hijo mayor durante la pandemia y tratarlo infinitas veces por su falta de concentración para descubrir un par de años después que tiene dislexia, una condición que dificulta la comprensión lectora. Es imposible criar hijos sin cometer errores. Criar hijos nos hace reflexionar y crecer, y nos otorga una maestría en liderazgo, responsabilidad, escucha activa, empatía, negociación, persuasión, resolución de conflictos, relaciones sindicales (los niños se amotinan), etc. ¡verdaderamente crecemos junto a ellos! Hace unos meses alguien me contó que él y su esposa habían decidido no tener hijos para priorizar sus carreras profesionales y yo pensaba internamente sobre lo mucho que nuestros hijos nos ayudan a crecer y pueden impactar positivamente en nuestra profesión y se me vino a la mente un par de ejemplos de personas que tuvieron hijos siendo muy jóvenes y el peso de la responsabilidad familiar no fue un peso, sino más bien una palanca y una motivación para trabajar más. Pensé en un par de amigos en la universidad que estudiaron e iniciaron sus carreras ya teniendo un hijo.

Por supuesto, uno no decide tener un hijo de la misma manera que decide hacer un MBA, para luego ponerlo en el currículo. Tener un hijo es una decisión de vida que no todos optan por tomar. Las personas tenemos preferencias diferentes y realidades variadas y no todos pueden o quieren tener hijos. Eso no priva a nadie de tener una vida plena, emocionante y con sentido y tampoco creo saludable que los hijos se conviertan en la única fuente de satisfacción y de sentido de propósito en la vida, pero sin lugar a dudas, por lo menos para mí, la paternidad es una travesía maravillosa, llena de alegrías, sorpresas y desafíos, mucho más divertida que un viaje a la playa, mucho más emocionante que un salto en paracaídas, mucho más sorprendente que viajar de mochilero por Europa y mucho más simpática que tener el asiento de ventana en un avión.

Sao Paulo, 11/12/24

martes, 10 de septiembre de 2024

¿Cómo se determina el tipo de cambio?


Javier Paz García

 

El tipo de cambio es un precio. Es el precio de una moneda en términos de otra. Así como podemos decir que un dólar compra tantos tomates o naranjas, también podemos decir que un dólar puede comprar tantos pesos argentinos o euros o cualquier otra moneda y viceversa. Si el tipo de cambio es un precio más, tenemos que entender cómo se determinan los precios en general y me gustaría dar un ejemplo hipotético que nos ayude a entender la dinámica de precios de manera conceptual. 

Comencemos con un mercado donde a cierto precio x, la cantidad de carne de vaca que producen los ganaderos en el país (oferta) es igual a la cantidad de carne que los consumidores compran en los mercados (demanda). Si a ese precio x, los productores no tienen incentivos de producir ni más ni menos carne y los consumidores no tienen deseos de comprar ni más ni menos carne, entonces podemos decir que el mercado está en equilibrio, que la oferta iguala la demanda, no hay desabastecimiento ni exceso de carne y el precio se mantendrá estable en el tiempo. Ahora supongamos que una sequía extrema provoca pérdidas importantes del hato ganadero y por ende hay una menor producción de carne. Entonces habrá menos carne en los mercados y al precio x que anteriormente equilibraba la oferta con la demanda, habrá desabastecimiento. Algunos consumidores se quedarán sin la cantidad de carne que normalmente consumían y empezarán a pujar por la carne, ocasionando que su precio se eleve. Con la elevación de precios, los consumidores demandarán menos carne de vaca, porque preferirán comprar pollo, porotos o algún otro alimento en reemplazo. Es decir, la demanda de carne bajará hasta equipararse con la menor oferta y en ese punto el mercado otra vez se hallará en equilibrio con un mayor precio y una menor cantidad de carne producida. Este precio mayor de la carne, a su vez permitirá a los ganaderos tener un mayor margen de ganancia del que tenían anteriormente, con lo cual podrán recuperarse más rápido de las pérdidas que tuvieron por el impacto de la sequía y generará los recursos para que vuelvan a invertir en la reconstrucción del hato ganadero. La recomposición del hato ganadero a su vez irá aumentando la oferta de carne producida y a medida que ésta aumenta el precio de la carne irá bajando en el mercado hasta llegar de nuevo al precio de equilibrio x. Ahora ¿qué pasa si el gobierno decide intervenir luego del desastre de sequía y regular el precio manteniéndolo en x? En primer lugar, no logrará que aparezca más carne, habrá menos carne en el mercado porque hubo un shock de oferta (muchas vacas murieron por la sequía). Pero el precio regulado hará que haya desabastecimiento de carne, porque al precio x, la gente demandará más carne de la que se puede producir. Por otro lado, los ganaderos (que sufrieron pérdidas importantes y están golpeados económicamente) no tendrán los ingresos extraordinarios que tendrían si el gobierno se hubiera abstenido de intervenir el mercado y regular los precios por debajo del mercado. Entonces los incentivos para invertir en ganadería serán menores y el periodo de recuperación del hato ganadero será más largo, por lo que habrá menos carne en los mercados por más tiempo. Al final pierden los consumidores y pierden los productores. Y encima perdemos los contribuyentes porque se crean ejércitos de funcionarios públicos para controlar los precios, hostigando y chantajeando a los comerciantes (estos funcionarios públicos serían de más servicio a la sociedad lavando parabrisas en los semáforos).

El anterior ejemplo ilustra las fuerzas de oferta y demanda en un mercado libre, el rol fundamental que el precio juega para regular el mercado y lo contraproducente que puede ser la intervención estatal de los precios. El precio no es algo arbitrario, sino que es un mecanismo de información que nos avisa sobre la abundancia o carencia de los bienes o servicios. Cuando un bien es abundante con relación a lo que demandan los consumidores, el precio baja y por ende se reducen los incentivos para producir más de ese bien, hasta llegar a un equilibrio entre oferta y demanda. Cuando hay carencia de un bien, el aumento de precio da las señales para que los consumidores busquen alternativas y los productores inviertan para aumentar la producción. La intervención estatal entorpece estas señales, como de manera análoga, el consumo de alcohol entorpece las señales de nuestro sistema nervioso y hace que nuestros reflejos sean más lentos.

Volviendo al tipo de cambio, existe un precio de equilibrio entre una moneda y otra. Ese precio de equilibrio también está definido por la oferta y la demanda. Tomemos el caso de Bolivia. La oferta de dólares está definida por nuestras exportaciones. Mientras más exportemos, más dólares tendremos disponibles. Nuestra demanda de dólares está definida por nuestras importaciones, las cosas que compramos de otros países y para las cuales necesitamos dólares para pagar a los proveedores del exterior. Al igual que en el ejemplo de la carne, el tipo de cambio entre el dólar y el boliviano, regula los incentivos para exportar e importar (cambia la oferta y la demanda). Un ejemplo sencillo puede servir de ilustración: si 1 dólar equivaliera a 1 boliviano, un vehículo de 30 mil dólares costaría 30 mil bolivianos y muchas más personas comprarían vehículos de lo que actualmente sucede. Por otro lado, un producto boliviano, digamos un mueble de exportación, que cuesta Bs. 1000, también costaría 1000 dólares y se exportaría menos cantidad, por ser caro para los extranjeros. Ahora veamos el caso contrario, Si un dólar fuera equivalente a Bs. 20, un vehículo que cuesta 30 mil dólares, costaría 600 mil bolivianos y al ser más caro, los residentes del país comprarían menos vehículos. El mueble de madera que cuesta Bs. 1000 equivaldría a 50 dólares, lo que sería mucho más atractivo para los extranjeros y facilitaría la exportación de este producto. En definitiva, si el boliviano está caro con respecto al dólar (como el ejemplo de 1 a 1), se incentivan las importaciones y se desincentivan las exportaciones; y si el boliviano está barato con respecto al dólar (como el ejemplo de 20 bolivianos por dólar), se generan incentivos a exportar porque somos baratos para el resto del mundo y se desincentivan las importaciones porque el resto del mundo se hace caro para los residentes bolivianos.

Dejando las abstracciones de lado, el gobierno de Bolivia intervino el mercado regulando el precio del dólar y lo mantuvo fijo desde el 2011, esto incentivó las importaciones e hizo a los productos bolivianos menos competitivos en el exterior. Además, ahuyentó la inversión local y extranjera con políticas y acciones que socavaban la seguridad jurídica y fue ahogando al sector de hidrocarburos, lo que redujo las exportaciones de gas, reduciendo el ingreso de dólares. Por lo tanto, el desabastecimiento de dólares y el déficit comercial son de exclusiva responsabilidad del gobierno que incluso ahora insiste en mantener un tipo de cambio de Bs. 6,96 por dólar que es una mentira.

El presidente Luis Arce Catacora, ayer indicó que el Estado generó dólares de hidrocarburos y el sector privado los gastó generando el déficit en la balanza de pagos. Como el mal economista que es, no mencionó el tipo de cambio sobrevaluado, como el factor fundamental para que exista el déficit comercial. No está de más indicar que no fue el Estado el que generó los dólares de hidrocarburos, fueron empresas petroleras, transnacionales que tanto satanizan; el gobierno masista simplemente usufructuó del trabajo de esas empresas.

Es fundamental que el Estado deje de intervenir el mercado y permita que el tipo de cambio se determine libremente, por las fuerzas de oferta y demanda. El momento que lo haga, el costo del dólar será mayor en términos de bolivianos hasta alcanzar su equilibrio (en realidad ya lo es, a través del mercado libre y de los costos totales de transferencia de dinero al exterior) y no habrá desabastecimiento, quien quiera dólares, los conseguirá al precio que el mercado defina (y el mercado somos todos). Cuando los actores económicos del país (consumidores, productores, instituciones financieras) podamos tranzar libremente los dólares, sin coerción de parte de las instituciones estatales, se acabará la falta de dólares, se acabarán los límites a las tarjetas de crédito, las aerolíneas y navieras extranjeras volverán a ofrecer servicios en el país con pago local, las comisiones bancarias por transferencia al exterior volverán a la normalidad y con un dólar más caro, importaremos menos y exportaremos más.

 

El argumento de que si el gobierno libera el tipo de cambio, este se iría al infinito no es correcto. El dólar suple ciertas necesidades, las necesidades de importación. A medida que el dólar se encarece, se encarecen los productos importados y por ende consumimos menos, esto sucede con bastante rapidez. Por otro lado, se incentivan las exportaciones, aunque este proceso, al responder a fuerzas productivas, que requieren capital, trabajo y tiempo, puede demorar meses o años. Estas fuerzas de oferta y demanda harán subir el dólar hasta llegar a un equilibrio. Existe un equilibrio, que en este momento, mirando los mercados paralelos parece estar entre 10 y 15 bolivianos por dólar. Pueden existir elementos especulativos y de expectativas que eleven al dólar por encima de su nivel de equilibrio, pero solo pueden ser temporales, porque en algún momento generan que haya más personas dispuestas a vender dólares, de los que quieren comprar, haciendo que el dólar baje. Algo así parece haber sucedido hace unas semanas cuando el dólar llegó a cotizarse a 15 para luego bajar a niveles cercanos a los 11 en la calle.

He afirmado que existe un tipo de cambio que equilibra la oferta y demanda de dólares y que actualmente éste parece rondar los 10 a 15 bolivianos. Algo importante de aclarar es que este no es un equilibrio estático, sino dinámico, es decir puede ir cambiando en el tiempo y un factor fundamental es la oferta de bolivianos, es decir, la cantidad de billetes que el Estado boliviano imprime y pone en circulación. A diferencia del caso de las vacas, donde existen miles de productores y su oferta responde a procesos productivos que requieren capital, trabajo y tiempo, la oferta de bolivianos depende exclusivamente del Estado y puede cambiarse de un día para otro. En la medida en que el Estado imprima y ponga billetes en circulación, el boliviano se devaluará con respecto a todas las otras monedas y todos los bienes y servicios. Para explicarlo en forma sencilla (aunque estrictamente no del todo rigurosa), si en una economía hay 10 manzanas y 10 pesos, cada manzana costará un peso; si de pronto el Estado mete 10 pesos más a la economía haciendo un total de 20 pesos, eso no hace que existan más manzanas, seguirá habiendo las mismas 10 manzanas que ahora valdrán 2 pesos cada una. El precio de las manzanas se duplicó o mejor dicho, el peso perdió la mitad de su valor. De igual manera, si el Estado mete bolivianos a la economía, el tipo de cambio de equilibrio que ahora puede que esté rondando los 11 bolivianos, en un año podría estar en 20 y en dos años en 100, dependiendo de cuan irresponsable quiere ser el gobierno. Por ello es fundamental exigir que el gobierno corrija el abismal déficit fiscal que viene teniendo de manera crónica por una década y que puede conducirnos a emisiones inorgánicas de billetes y la pérdida de valor del boliviano donde efectivamente, el cielo es el límite.

Santa Cruz de la Sierra, 10/09/24

martes, 2 de julio de 2024

Elegía a mi tío Chiquitico

 

Javier Paz García

Un sopapo a un cura cambió el rumbo de su vida. Cursaba 5to de secundaría del colegio La Salle y ante algún desplante, la cólera le ganó a la prudencia y el ojo del cura sufrió las consecuencias. Fue así que mi tío Eduardo Javier Paz Campero Amelunge salió de La Salle e hizo su último año en el colegio militar para proseguir la que sería una destacada trayectoria militar. Ha sido uno de los militares con más condecoraciones en la historia de las Fuerzas Armadas de Bolivia, fue becado en varios destinos internacionales, se graduó como abogado, hizo una maestría en relaciones internacionales en Estados Unidos, en el examen del Estado Mayor obtuvo la nota más alta en la historia y donde sea que estuvo destinado, se ganó el respeto y la admiración de quienes trabajaron con él.

Era, como todo militar, orgulloso de serlo. Creía que las FFAA jugaban un rol importante para dar estabilidad en tiempos de crisis. Además, creía que por ser una institución compuesta de personas de todas las clases sociales y todas las regiones, donde sus miembros a lo largo de sus carreras son destinados a diferentes lugares en todo el país, ayudaba a construir un sentido de bolivianidad, de tolerancia y respeto a las diferencias, de unidad de la patria en la diversidad.

Fue primero de su promoción en todos los ascensos, excepto el de General, donde se inventaron documentos faltantes para restarle puntos y justificar así el no designarlo Comandante de las Fuerzas Armadas. Con un gobierno que valora más la obsecuencia, que el mérito y la inteligencia, alguien como él, que además era camba, no era la persona adecuada para ocupar el más alto cargo militar del país. No hay mal que por bien no venga y en sus últimos años de servicio activo vivió un exilio dorado, como agregado militar en otros países y se dedicó casi a tiempo completo a otra de sus pasiones: la historia. De memoria prodigiosa, podía conversar con lujo de detalles y precisión de fechas sobre eventos tan dispares como la revolución francesa, la independencia de Filipinas o la historia del Japón. Era de las personas que dan la impresión de saberlo todo, por lo menos en cuanto a historia se refiere y para quienes nos gusta el tema, era un placer escucharlo. Pero no era un aficionado de la historia, como podemos serlo muchos, sino un verdadero investigador, un académico, un scholar, como dicen los anglosajones, alguien que dedica su vida al estudio y la investigación. Su búsqueda de fuentes primarias lo llevó al Archivo de Indias en Sevilla, a la Library of Congress en Washington DC, y a bibliotecas por toda América. Se especializó en el periodo colonial en América Latina y en esta área, seguramente llegó a ser uno de los mayores expertos a nivel mundial. Como historiador, apreciaba las reliquias y en su despacho tenía, entre otras cosas, el cartucho de una bala disparada en el campo de Ayacucho que él mismo había encontrado. Tenía también una de las más completas colecciones de mapas de América de la época colonial, de la Audiencia de Charcas, los Virreinatos y de Bolivia en su era republicana, algunos originales y otros en copia. Uno de los temas más interesantes para escucharlo era el de las pérdidas territoriales de Bolivia. “Si juntáramos las pretensiones territoriales de todos los países luego de la independencia, abarcaríamos el área de dos Sudaméricas” me decía. Él explicaba que el mapa que normalmente vemos de Bolivia cuando nació a la independencia con territorios que llegaban casi hasta Asunción de Paraguay y contenían medio Brasil, no era en realidad el primer mapa de Bolivia, había uno anterior, con menos territorio. El segundo mapa, el que todos conocemos, surgió posteriormente y fue útil como estrategia de negociación con los países vecinos para definir fronteras. Los más de 400 años del periodo colonial, no fueron una época de fronteras fijas. Los Virreinatos del Perú y de la Plata fueron creados en diferentes épocas y tuvieron diferentes fronteras a lo largo del tiempo, la Audiencia de Charcas, perteneció a ambos virreinatos en diferentes momentos. En base a todos esos cambios, cada país tomaba lo que le convenía para reclamar para sí el mayor territorio posible. En tal sentido, la diplomacia boliviana de la época fue hábil y logró victorias en la definición de las difusas fronteras. Lo trágico, decía mi tío, es que posteriormente ese mapa contribuyó a una narrativa derrotista de Bolivia. Escribió un libro para rectificar ese error. También era orgulloso de su familia y conocía nuestra genealogía como nadie. “Usted desciende de 3 de los 4 cruceños que participaron del acta de la independencia de Bolivia” me dijo una vez. Escribió un libro sobre su bisabuelo, el también General del Ejército y Presidente de Bolivia, Narciso Campero. Fue biógrafo de José Ignacio de Velasco, el primer presidente cruceño y resaltó la heroica historia de Chiquitos.

Luego de pasar a la reserva, se incorporó a la docencia, como catedrático de postgrado en relaciones de internacionales en la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno. Tenía la mentalidad gringa con respecto a la educación y veía su rol como una ayuda para que el estudiante aprenda. “Yo no aplazo a nadie” - me decía - “busco la forma de interesarlos en la materia y ayudarlos a que aprendan”.

Era un militar de honor, y como tal, no acumuló grandes riquezas materiales, pero no le faltó nada porque tenía pasión por lo que hacía, ya sea en su carrera militar, en sus investigaciones históricas o en su docencia; tuvo una esposa que lo amó toda su vida y dos hijas que eran su orgullo, su felicidad y hoy son personas de bien, como lo fue él, ¡pa´ qué más la vida! Era terco como él solo y ante una descompensación, se negó a internarse oportunamente en un hospital. “No le hacía caso a nadie” – me dijo su hija mayor en su velorio. Se fue muy pronto, como se van todas las personas queridas. En su entierro las FFAA no le rindieron honores, habían pasado cuatro días de la farsa de golpe de Estado y tal vez les daba vergüenza deshonrar a semejante hombre con su presencia. Tal vez es mejor así, porque estas FFAA de hoy, dan más pena que admiración y no están a la altura de una persona de honor como el General de Brigada Eduardo Javier Paz Campero Amelunge. Yo tuve la suerte de compartir con él, de vivir con él y de horas de fascinantes conversaciones y monólogos suyos. Ahora me parece que ese tiempo quedó corto, me faltaron varias horas más. Adiós querido tío Chiquitico. 

Santa Cruz de la Sierra, 01/07/24

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domingo, 23 de junio de 2024

Tres motivos para ser socialista

 Javier Paz García

Existen tres y solo tres motivos para ser socialista. El primero es ignorancia. Aclaro que no pretendo dar una connotación peyorativa a la palabra. Creo que todos podemos estar de acuerdo que una persona al nacer es completamente ignorante y apenas tiene algunos reflejos instintivos. A lo largo de los años los seres humanos vamos adquiriendo conocimientos y habilidades, sin embargo, lo conocible es tan amplio como el universo mismo, que el conocimiento de una persona específica, en relación a todo lo que se conoce o se puede conocer es computable en cero. La persona más inteligente y sabia que pueda existir no conoce ni el 0,01% de lo conocible, es decir que es ignorante en un 99,99% y probablemente estamos siendo generosos en el cálculo. El mejor neurólogo no sabe cómo funciona un motor de combustión y un excelente físico nuclear puede no saber cómo cocinar arroz. Apenas sabemos una ínfima parte de lo conocible, hablamos uno o dos idiomas de cientos posibles, nos especializamos en un par de actividades de miles posibles y a lo largo de la vida aprendemos algunos millares de cosas de trillones posibles, entonces sin temor a equivocarnos y sin ningún ánimo de ofender podemos afirmar que todos tenemos grandes vacíos de conocimiento, todos somos ignorantes. Ni traumatólogo no sabe todo lo que puede saberse sobre los huesos, ni un biólogo sabe todo sobre la vida, yo sé algo de economía, mujeres y canciones y no mucho más. 

El socialismo enamora porque lanza postulados altruistas: la justicia social, la hermandad universal, el fin de la pobreza, etc. Muchos socialistas lo son por su ignorancia de lo que es el socialismo, porque se quedan con el slogan y no profundizan en las consecuencias. No son estudiantes de economía y no saben por ejemplo, que el concepto de plusvalía de Marx se deriva de la teoría de valor del trabajo de Adam Smith y que dicha teoría era equivocada como lo demostró la escuela marginalista. No saben que el cálculo económico se hace imposible en una economía centralizada como lo demostró Ludwig von Mises y la verdad es que no hay nada de malo en que no lo sepan: yo no quisiera a mi dentista dañando mis dientes porque se dedicó a leer a David Ricardo en vez de estudiar odontología o a mi mecánico errando en el aceite de motor porque prefirió estudiar a Menger. Muchos economistas son ignorantes de economía y eso es más grave. Pero la ignorancia se puede disminuir con estudio y reflexión. Un fenómeno que vemos con alguna regularidad es la del socialista, incluso acérrimo y militante que se vuelve liberal. Ejemplos notables son el del Nobel de literatura Mario Vargas Llosa y el de Antonio Escohotado, quien en su afán de conocimiento quiso explorar los orígenes del socialismo y lo plasmó en una obra monumental “Los enemigos del comercio”, que llega hasta tiempos presocráticos. Lo que no vemos son liberales que se vuelvan socialistas, así como no vemos gringos lanzándose a los tiburones para llegar a Cuba, porque quien adquiere cierto conocimiento, ya no lo pierde. El socialismo es un fenómeno propio del ímpetu y la inmadurez juvenil y de personas de buena fe, que desean un mundo mejor y que poco saben de economía e historia. Hay en este grupo personas brillantes, premios nobel, literatos, profesionales destacados en sus ámbitos, arquitectos, abogados, amas de casa, albañiles, comerciantes, obreros y gente que se gana la vida honestamente y busca una sociedad más justa. Pensando en estas personas fue que el Nobel de economía Friedriech Hayek escribió “Camino a la servidumbre”, un libro que advierte sobre los peligros que una economía centralizada significa para la libertad de las personas. 

El segundo motivo es necedad. En este grupo están los envidiosos; los que desean el mal al prójimo; los que les duele menos que haya pobres, sino que haya ricos; los que exaltan la pobreza material y quieren imponer a la fuerza su visión de sufrimiento y sacrificio a todos sus congéneres; los que encuentran mérito en un Vladimir Lenin cuya maestría consistía en lanzar diatribas y exacerbar odios; los que creen que la forma de ayudar a la humanidad es exterminar a la mitad de la humanidad y someter a la otra mitad; los que a pesar de la demostración teórica de la imposibilidad del socialismo y su fracaso histórico, con más de 100 millones de muertos de por medio, siguen diciendo que aun creen; los que entienden que donde ha sido probado, el socialismo ha traído miseria, pobreza y opresión, pero que dicen que el problema es que no ha sido un verdadero socialismo. ¿Qué se puede hacer con este grupo? Goethe dijo que “contra la estupidez, hasta los dioses luchan en vano”, porque, como indica Albert Camus, “la estupidez insiste siempre” y tal vez por eso es que Albert Einstein aseveraba que “hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana.” 

El tercer motivo es egoísmo y propio interés. Estas motivaciones no son intrínsecamente malas, y más bien sin ellas, sería imposible la preservación de la especie humana y el desarrollo de las ciencias. Insignes liberales las destacan, por ejemplo, Adam Smith notaba el rol benigno que juega el propio interés en una sociedad libre ya que “no es por la benevolencia del carnicero, el cervecero o el panadero que conseguimos nuestra cena, sino por la búsqueda de su propio interés”. La obra de Ayn Rand, una filósofa rusa que escapó de la revolución bolchevique, es en gran manera, una vindicación del egoísmo. Los socialistas por su parte, condenan el egoísmo y el propio interés como calamidades humanas. Un socialista es un ser inmaculado, ajeno a las pasiones humanas, benévolo hasta el tuétano, sin otro interés que el bien común y sin otro deseo que sacrificarse desinteresadamente por el bien común. En la realidad, los políticos socialistas buscan más poder para sí mismos, a costa del resto de la población y con frecuencia terminan con pingües riquezas. El discurso socialista, embauca a grandes masas y sirve a sus intereses de riqueza y poder: está en su propio interés declararse socialistas. Y tal vez el problema no es el propio interés el problema, después de todo, es el propio interés el que hace que un carnicero se levante en la mañana a vendernos la carne con la que nos alimentaremos; fue el propio interés lo que llevó a Thomas Edison a perfeccionar la bombilla eléctrica que iluminó al mundo. Pero el carnicero realiza un trabajo honesto, motivado por su propio interés y se gana el pan de cada día, dando un servicio que beneficia a otros. El político socialista por su parte, dice que lucha contra los que roban, mientras él mismo roba; dice que lucha contra los ricos (sin importar si su fortuna es bien habida), mientras él mismo se enriquece; dice que lucha contra los poderosos, mientras él mismo acumula poder. El problema no es entonces el propio interés, sino el egoísmo combinado con hipocresía. Cuando el Estado gana poder, el pueblo lo pierde. Los liberales creemos que en una sociedad de hombre libres, el Estado debe tener un poder limitado. Esto no es buen negocio para un político, porque mientras más poder tiene el Estado, más funcionarios y más presupuesto y más poder comandan los políticos de turno. Para un político es mejor negocio ser socialista.

Estos son los tres motivos por los que una persona es socialista: ignorancia, necedad o egoísmo con hipocresía. Estás categorías no son mutuamente exclusivas, ni son únicas de los socialistas. En realidad, todos tenemos algo de ignorantes, de necios y de egoístas. 

Santa Cruz de la Sierra, 23/06/24

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lunes, 17 de junio de 2024

La naturaleza de la crisis boliviana


Introducción

Un naranjo toma entre 5 a 7 años para dar frutos. Los primeros años la producción es pobre, es decir que un productor tiene que invertir alrededor de 7 años antes de empezar a recibir un retorno adecuado. Pero para que el naranjo dé frutos en abundancia, la siembra tiene que ser hecha en el ambiente adecuado; así como en la parábola del sembrador (Mateo 13, 3-8), si largamos la semilla en el camino, entre piedras o entre espinos, no vamos a tener frutos. E incluso cuando el naranjo está dando frutos, el agricultor debe seguir cuidando las plantas, protegiéndola de plagas y malezas, fertilizando el suelo, regando.

Si tenemos una poza con peces y no les damos de comer, los peces eventualmente morirán. Si les damos de comer, pero pescamos una cantidad mayor a su tasa de reproducción, eventualmente se acabarán. Si les damos de comer y pescamos una cantidad menor o igual a su tasa de reproducción, entonces podremos tener pescado por siempre e incluso aumentar la cantidad.  

La economía de un país funciona en muchos sentidos como los ejemplos de la siembra de naranjos o la cría de pescados: necesitamos preparar el terreno para que la semilla que caiga tenga las condiciones para desarrollar todo su potencial, necesitamos invertir por varios años antes de empezar a ver los frutos y necesitamos seguir cuidando las plantas y alimentando los peces para que la producción no caiga. Luego de que se ha sembrado y se ha cuidado el cultivo, es posible cosechar los frutos, sin invertir, y a corto plazo veremos un aparente beneficio porque ganamos mucho invirtiendo poco, pero la consecuencia de largo plazo será quedarnos sin nada.

La tesis que quiero presentar es la de un país que desde mediados de los años 80 hizo reformas estructurales que atrajeron inversión y trajeron prosperidad. A mediados de la década del 2000, en el momento en que el país empezaba a disfrutar los frutos de cosas que se habían iniciado incluso 20 años atrás, empezamos a girar hacía una dirección de solo cosechar sin sembrar y sin invertir, y seguimos esa ruta de desinversión y desinstitucionalización por 20 años. Entonces, mientras que en la primera década del siglo XXI, Bolivia era tierra fértil, con condiciones propicias para crecer y mejorar la calidad de vida de sus habitantes, hoy se parece más a un terreno de espinos como el de la parábola, donde los emprendimientos son ahogados apenas nacen y cuesta mucho que desarrollen su potencial.

La importancia de la libertad económica para el desarrollo

El nobel de economía Friedrich Hayek decía que “ser controlados en nuestra actividad económica significa ser controlados en todo”. Un Estado que posea todos los medios de producción (la utopía comunista), es un lugar donde el individuo no tiene libertad. La propiedad privada es un requisito indispensable para que exista una sociedad de personas libres e iguales ante la ley. Este es el argumento moral y por ende el más importante para defender la propiedad privada. Es decir, aunque un régimen de propiedad privada no fuera el más propicio para el crecimiento económico, sería moralmente justificable. Afortunadamente no existe una disyuntiva entre lo moral y lo práctico ya que un régimen de respeto irrestricto a la propiedad privada es también el más propicio para el crecimiento de un país y la reducción de la pobreza. Existe un sólido respaldo teórico y abundante evidencia estadística relacionando la libertad en general, con el crecimiento de un país y la prosperidad de sus habitantes. Voy a recurrir a La Heritage Foundation, que cada año publica su Índice de Libertad Económica. Su edición 2024 muestra una correlación de 0,73 entre libertad económica y nivel de vida.

En el caso de Bolivia, libertad económica que hasta mediados de la década del 2000 se encontraba en un rango de moderadamente libre, fue cayendo hasta niveles de ser un país reprimido y en la edición 2024 tiene el puesto 165 de 184 países medidos.

Quienes quieran profundizar en el tema pueden ir a https://www.heritage.org/index/

La facilidad de hacer negocios

Debería ser evidente que mientras más fácil sea algo, más de ese algo se desarrollará y viceversa. En tierra fértil las plantas crecerán en mayor cantidad, tamaño y fuerza que en tierra árida. En países donde es fácil abrir un negocio, habrá más empresas, de mayor tamaño y fortaleza que en países donde hay trabas y costos en cada etapa. Otro reporte interesante que mide un aspecto concreto de la libertad económica es el Doing Business elaborado por el Banco Mundial. En su edición del 2020 Bolivia ocupa el puesto 150 de 190 países evaluados en general y 175 en la categoría de abrir una empresa.

Según este reporte, abrir una empresa de responsabilidad limitada (SRL) en Bolivia requiere 12 procedimientos, 39,5 días y un costo astronómico equivalente al 37,3% del PIB per cápita. Como referencia en Nueva Zelanda abrir una SRL requiere un procedimiento que toma medio día y cuesta el equivalente al 0,2% del PIB per cápita. La versión 2016 de este informe indica que alrededor de la mitad de los países del mundo no requieren ni notario ni abogado para abrir una SRL; alrededor de la mitad requiere o un abogado o un notario; Cinco países en el mundo requieren ambos, un abogado y un notario para abrir una empresa, Bolivia es uno de ellos. Pareciera que la consigna fuera “¿por qué hacer algo sencillo, si podemos complicarlo?”. Para más información pueden ir a https://archive.doingbusiness.org/es/doingbusiness

Bolivia tiene una tasa de alrededor de 80% de empleo en el sector informal, una de las más altas del mundo. Tan alta tasa informalidad es testimonio del fracaso del Estado para facilitar la creación de empresas formales. En tal sentido, la informalidad no es un problema, es una solución y un escape a la vorágine burocrática y extorsiva del Estado.

Libertad de prensa

Es imposible que exista una democracia plena sin una prensa libre e independiente. La prensa es el mejor fiscalizador de los gobiernos. Reporteros Sin Fronteras en su informe del 2005 clasificaba a Bolivia en el puesto 45 de 167 países. Para el 2024 la coloca en el puesto 117 e indica que “ataques, amenazas, censura y acoso por parte del gobierno y de movimientos pro gubernamentales violan constantemente la libertad de prensa.” Con una prensa acosada y perseguida y una autocensura cada vez mayor podemos esperar más impunidad para los políticos, más corrupción y menos transparencia por parte del gobierno. Para más información pueden ir a https://rsf.org/es/clasificacion

Corrupción

Dada la caída de la libertad de prensa en el país, no nos debería sorprender que haya aumentado la corrupción y la población lo siente así según el Índice de Percepción de Corrupción elaborado por Transparencia Internacional que coloca a Bolivia en puesto 133 de 180 países. Según este informe Bolivia ha venido cayendo en este ranking, es decir que la población cada vez percibe al gobierno como más corrupto.

Para más información ir a https://www.transparency.org/en/cpi/2023/

Estado de Derecho y Justicia

La razón de ser de un Estado republicano es administrar justicia y velar por la prevalencia del Estado de Derecho: no existe una responsabilidad mayor para el Estado. En tal sentido, un criterio fundamental para evaluar un gobierno debe ser si mejora el sistema de justicia. El World Justice Project en su evaluación del 2023 sitúa a Bolivia en el puesto 131 de 142 países evaluados. Uno de los componentes de esta evaluación es el sistema de justicia criminal donde tenemos el puesto 141 de 142 países y en justicia civil somos antepenúltimos con el puesto 140, es decir ¡tenemos casi la peor justicia del mundo! El informe también muestra una caída sostenida de la puntuación del país.

El informe también evalúa el poder del gobierno, la ausencia de corrupción, la apertura del gobierno, derechos fundamentales, el orden y la seguridad, cumplimiento regulatorio. En todos ellos estamos por debajo de 100 en el ranking. Es decir que las promesas de una mejor justicia, con una nueva Constitución Política incluida, fueron falsas, fueron un pretexto para darle más poder al gobierno a costa de la libertad y de los derechos fundamentales de los ciudadanos.

El informe está disponible en https://worldjusticeproject.org/rule-of-law-index/

Educación

Siguiendo la analogía de la parábola del sembrador, si el terreno son las instituciones del país, las semillas son las personas, entonces la calidad de la educación será determinante para definir el potencial de las semillas. La Unesco publicó el 2020 un estudio que pone al país por debajo del promedio regional e indica por ejemplo que “en Matemática en sexto grado, el nivel I concentra un mayor porcentaje de estudiantes (62%) quienes sólo pueden realizar tareas sencillas”. En ciencias naturales “el 90% de los estudiantes se ubica en la mitad inferior de los niveles de desempeño.” https://www.unesco.org/es/articles/la-unesco-publica-diagnostico-de-aprendizajes-de-estudiantes-bolivianos-y-llama-abordar-las

En general, el Estado ha priorizado la ideología en la educación, introduciendo una versión sesgada de la historia y ha relegado las materias de matemáticas, ciencias y tecnología prefiriendo invertir en idiomas nativos.

Bonanza: inicio y fin

Durante los 80 y 90 el Estado boliviano hizo una serie de reformas que atrajeron inversión extranjera y el interés de empresas petroleras para explorar gas natural. Fruto de esas inversiones se hicieron descubrimientos importantes de reservas de gas que prometían hacer de Bolivia una potencia energética. Las inversiones hechas en las décadas del 90 y 2000 dieron frutos y el 2014 llegamos al pico de producción de gas. Adicionalmente el mundo experimentó precios altos de petróleo y gas durante la mayor parte de las primeras dos décadas del siglo XXI por lo cual el Estado boliviano tuvo una fuente extraordinaria de ingresos. A partir del 2006 el Estado boliviano cambió sustancialmente las reglas de juego en el sector de hidrocarburos, lo que desincentivó la inversión privada en exploración de gas y, así como tardamos alrededor de una década en empezar a ver los frutos de las cosas buenas que se habían hecho en los 80 y 90, también tardamos casi una década en ver los perjuicios de las malas políticas de mediados de los 2000, y el 2015 empezó el declive de la producción de gas. Este declive continúa y es una de las grandes causas del déficit fiscal.

Despilfarro y déficit

Con el dinero fácil, fruto del trabajo ajeno, vino el despilfarro y el gobierno creo un gran número de empresas públicas, la mayoría deficitarias y de contabilidad oscura, construyó elefantes blancos como un museo en Oruro y obras faraónicas mal planteadas como un ingenio azucarero donde no hay caña o una planta de urea lejos de la materia prima o de los clientes potenciales, la subvención a los combustibles continuó y el Estado creció y absorbió alrededor de 600.000 empleados públicos. Mientras que los ingresos por gas empezaron a caer, el despilfarro del gasto nunca paró y a partir del 2014 empezamos a tener déficit fiscales, es decir, un Estado que gastaba más de lo que le ingresaba.

Fuente: www.datosmacro.com

Imaginemos un hogar que cada mes gana Bs. 7.000 y gasta 10.000. La diferencia entre sus ingresos y sus gastos debe ser financiada de alguna forma y una alternativa es consumir sus ahorros. Las reservas internacionales son de cierta manera, un ahorro del país y no es coincidencia que hayan llegado a su pico el 2014 para luego empezar a caer. El Estado boliviano utilizó las reservas internacionales para financiar su déficit fiscal y especialmente importar hidrocarburos.

Fuente: Banco Central de Bolivia

Otra forma de gastar más de lo que se gana es recurrir a préstamos y el Estado también ha utilizado esta estrategia.

Fuente: www.datosmacro.com

Por muchos años el Estado gastó más de lo que ganaba, se comió los ahorros y se endeudó. En el corto plazo, las consecuencias de esto son un crecimiento mayor del país y una aparente prosperidad. El problema es que esa prosperidad no es permanente ni es sostenible y más bien se consigue a costa de un deterioro futuro, es como comerse todos los peces de la poza, hoy la pasamos muy bien y mañana vamos a pasar hambre. Ahora la situación fiscal del Estado boliviano es crítica: alto déficit, alto endeudamiento, no tiene reservas internacionales y no tiene un plan serio de reformas estructurales para corregir el curso. Por ello calificadoras de riesgo como Fitch dan al país una calificación CCC. Hoy los bolivianos empezamos a pagar las consecuencias de la fiesta y el despilfarro y la crisis recién comienza a sentirse.

La naturaleza de la crisis boliviana

El actual gobierno insiste en que Bolivia pasa por una crisis temporal. Siempre según el gobierno, los culpables de la misma son, dependiendo de la semana, los bancos, los malos exportadores (curiosa categoría), los cambistas, los especuladores, los opinadores, los empresarios, el cambio climático, la guerra en Ucrania, Estados Unidos y la crisis mundial del capitalismo. Yo sostengo que no vivimos una crisis temporal, sino estructural que se empezó a gestar hace alrededor de 20 años. Las últimas dos décadas hemos experimentado un deterioro de la calidad de las instituciones del país con un sistema de justicia en decadencia, mayor corrupción, más trámites y burocracia, menor libertad económica, normas laborales inviables, disminución de la seguridad jurídica y el respeto a los derechos de propiedad, una prensa perseguida y amedrentada, un Estado con un apetito fiscal insaciable, un país sin independencia de poderes, un Banco Central sometido al gobierno de turno, avasallamiento de tierras, falta de transparencia de las instituciones públicas, un sistema educativo paupérrimo y un sinfín de cosas más. Esta tesis no se basa en la simple opinión de un opinador, sino que está respalda en estadísticas de diversos organismos como el Banco Mundial, la Fundación Heritage, Transparencia Internacional, Unesco, Reporteros sin Fronteras y los mismos datos oficiales del país. Alguien podría argumentar que un dato en particular, no refleja la realidad del país o que algunas de estas fuentes adolecen de parcialidad. Sin embargo, cuando vemos que el conjunto de fuentes, independientes de sí, internacionales y de diversas líneas políticas coinciden en mostrar un deterioro sistemático de los indicadores de Bolivia, es imposible pretender ignorar la tendencia. No estamos viviendo una crisis por falta de dólares, la falta de dólares es una consecuencia de una crisis de destrucción de institucionalidad y Estado de Derecho que se empezó a gestar hace 20 años. Esta no es solo una crisis económica, sino institucional y moral. Como dijo Jorge Luis Borges, “el más urgente de los problemas de nuestra época es la gradual intromisión del Estado en los actos del individuo”. Hoy nuestra libertad está amenazada precisamente por la entidad que está creada para resguardarla; defender nuestras libertades contra el Estado invasivo es un acto moral.

Volviendo a nuestras analogías, los últimos 20 años hemos convertido el terreno fértil en infértil, hemos sembrado espinas en vez de naranjos y nos hemos comido a casi todos los peces de la poza, por lo que apenas quedan unos cuantos. Hoy nuestros niños y jóvenes reciben una educación inferior a la de nuestros países vecinos y las condiciones laborales que van a enfrentar son peores que las que tuvieron los jóvenes hace 20 años cuando el país nadaba en gas y la economía crecía satisfactoriamente. Lo permanente y estructural es la crisis, lo temporal y circunstancial es que el gobierno consiga algún crédito que le dé oxígeno por unos meses o que consiga pignorar el litio para seguir la fiesta unos años más. Nadie puede decir cómo estará el dólar en una semana o en un mes, pero la tendencia será a subir los próximos años y no hay nada estructural para revertir esto con excepción de algo como el litio, lo cual es improbable, ya que ni la China comunista quiere invertir en Bolivia con el actual marco regulatorio. Con el rumbo que llevamos, el país seguirá deteriorándose a un ritmo cada vez mayor. Incluso si tomamos las acciones adecuadas, el país seguirá una ruta de deterioro menos agudo y tomará algunos años de sacrificios antes de retomar la ruta del crecimiento sostenible. Se vienen años difíciles y no son 2 o 3, son 5 a 10 y si no corregimos y empezamos a sembrar ahora, pueden ser 20 años de decadencia y estancamiento.

Santa Cruz de la Sierra, 17/06/24


lunes, 12 de febrero de 2024

Lecciones de liderazgo

 Javier Paz García

Estaría en 3ro intermedio o 1ro medio y el profesor de matemáticas, Julio Vargas, entregaba los exámenes a los alumnos, cuando un compañero, Sergio Moreno, se le acercó, conversaron en voz baja y luego el profesor se dirigió a todos nosotros y nos dijo que debíamos tomar ejemplo del alumno Moreno, que no venía a reclamarle por qué le había quitado puntos, sino a preguntar y entender dónde se había equivocado.

Tendría unos 17 años, mi comparsa y dos más organizábamos algo así como una kermesse en Equipetrol. Mi primo Pablo Fernández y yo formábamos parte de los organizadores del evento y me quejé con él que prácticamente nuestra comparsa estaba organizando todo y poniendo todo el esfuerzo y sin embargo el beneficio sería compartido por partes iguales. Pablo me respondió que nosotros éramos la comparsa más joven de las tres, con menor trayectoria y los más yescas, por tanto, los más interesados en que el evento salga bien, que las otras comparsas ayudaban a traer gente al evento de segmentos de edad mayores a nosotros, que por nuestra cuenta no podríamos atraer y que el tomar el liderazgo en la organización nos permitía hacer el evento de la manera que nosotros viéramos más conveniente y asegurarnos de que las cosas salgan bien. Pablo tenía una visión mucho más amplia que la mía y gracias a esa visión, el evento fue un éxito.

Cursaba mi licenciatura en la Universidad de Arkansas, en Estados Unidos, y Jaime Moreno, un amigo boliviano que también estudiaba allá, dejó de recibir ayuda financiera de sus padres, que estaban atravesando problemas económicos. Una opción obvia sería volver a Bolivia, donde la educación universitaria y el costo de vida eran mucho menores; Jaime no tomó esa opción y se las buscó, vivió un semestre en el sofá de un amigo que no le cobró alquiler, iba a misa los domingos porque daban cena gratis, buscó trabajo y logró costearse solo su universidad y vivienda hasta graduarse. Con frecuencia me he preguntado qué hubiera hecho yo en una situación similar. Tal vez me hubiera vuelto y por eso admiro el coraje de Jaime (hoy le llaman resiliencia).

Mi esposa, Gabriela Terrazas, es una persona muy generosa con su tiempo. En sus grupos de amigas, es la que recolecta las cuotas, la que compra la torta a las cumpleañeras del mes, la que organiza y recolecta donaciones para beneficencia. Es de las personas que da un poquito más y gracias a ello cohesiona y mantiene activos a sus grupos de amigas. Es de las personas que cuando alguien pregunta en un grupo de Whatsapp por un plomero, pediatra o algún consejo de salud, responde con alguna recomendación y si no sabe, lo averigua para ayudar. Es alguien que piensa que, si una amiga suya va a estar internada en una clínica, va a necesitar pantuflas para que no le haga frío en los pies y va a comprarlas para llevárselas de regalo. 

Hace 11 años no saltaba en carnaval (desde que nació mi primer hijo). Demás está decir que no soy un gran carnavalero. Este año me animé en parte porque los Rechazados nos hemos postulado para ser coronadores el 2026. A la cabeza de este proyecto está Pablo Fernández, y le pone tanta gana, tanto empeño y trabajo y nos transmite tanto entusiasmo que entusiasma hasta a los más apáticos como yo. 

A veces creemos que el liderazgo es algo extraordinario y debemos buscarlo en personajes como Winston Churchill o Steve Jobs. Sin desmerecer el ejemplo que nos pueden dar los grandes líderes de la historia, creo que podemos encontrar grandes lecciones de liderazgo muy cerca de nosotros, entre nuestros parientes, compañeros de colegio y amigos. El tener la actitud correcta de buscar el entendimiento antes que la nota y pedir las cosas de manera educada; tener la visión correcta de que si uno quiere que las cosas salgan bien, entonces uno debe poner todo de su parte sin mirar lo que hacen los demás; tener el coraje de continuar en la adversidad y la humildad de pedir ayuda; tener la vocación de servicio y dejar lo propio para ayudar a otros; o cargarse con un proyecto que significa mucho trabajo y tiempo y hacerlo con un entusiasmo y alegría que contagian son algunos de los ejemplos de liderazgo provenientes de personas muy cercanas y queridas. 

Santa Cruz de la Sierra, 12/02/24

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domingo, 20 de agosto de 2023

Milei ya ganó

 Javier Paz García

Hace unos días conversando con dos amigos argentinos sobre Javier Milei, el economista que ganó las primarias argentinas con sus ideas liberales y me decían que simpatizaban con algunas de sus propuestas, pero no entendían por qué Milei no evitaba tocar ideas controversiales como la venta de órganos, que según ellos, le quitaría más votos de los que atraería. Lanzo la siguiente hipótesis basada en mi vivencia como promotor de las ideas liberales. El objetivo de un político es ganar elecciones y perpetuarse en el poder. Para ganar elecciones debe adoptar ideas que sean del agrado de la mayoría, mantenerse en el centro, evitar los extremos y eludir los temas controversiales. El político no es un creador de ideas, es un seguidor de las ideas vigentes en la sociedad y lo que dice está guiado por los resultados de encuestas y grupos focales. Por el contrario, los idealistas son aquellos que creen en una visión de lo que es mejor para la sociedad, y la promueven en un debate de ideas; no están en un concurso de popularidad como la mayoría de los políticos, sino en una cruzada evangelizadora, donde tratan de explicar y convencer a otros de un mejor camino. Los liberales en general somos malos políticos, porque creemos en algo y lo defendemos sin miramientos a cuán popular es la idea o cuán impopulares vamos a caer ante nuestro círculo social o la sociedad en general. Milei es un evangelizador del liberalismo, un conjunto de ideas, en realidad bastante sencillo basado en que lo más sagrado es la libertad del ser humano que se traduce en el derecho a la vida, la integridad y la propiedad de las personas y que el rol del Estado es fundamentalmente precautelar tales derechos. Los socialistas necesitan una ley para los hombres, otra para las mujeres; una para los albañiles, otra para los contadores; una para los gays, otra para los heterosexuales y así ad nauseam. Para los liberales, se debe precautelar el derecho de las personas por igual y el Estado debe defender el derecho de cada uno a elegir lo que quiere ser y cómo quiere vivir su vida, entonces no necesitamos muchas leyes para cada gremio, o facción de la sociedad, cuya consecuencia es generalmente otorgar privilegios a algunos a costa de otros; necesitamos unas pocas leyes generales que defiendan el derecho de todas las personas por igual. Un liberal no cree tener el derecho de decidir sobre preferencias personales de otros adultos por lo tanto si un adulto quiere ser homosexual, consumir drogas o vender sus órganos, el liberalismo propugna el derecho de tal persona a hacer tales cosas, sin que eso signifique que defienda o promueva el homosexualismo, las drogas o la venta de órganos. Milei es un liberal o libertario o alguien que respeta el derecho de otros a tomar sus propias decisiones en lo concerniente a sí mismos. No tiene la arrogancia de los socialistas (esos zurdos hijos de p… diría él) que se creen intelectual y moralmente superiores al resto de los ciudadanos, y por tanto con derecho a decidir que es lo mejor para ellos. De la simpleza de las ideas liberales, nace la coherencia de las propuestas de Milei que no tienen otro fundamento que el derecho de cada uno de elegir su destino, y la inmoralidad de usar el Estado para promover privilegios sectoriales y crear una casta de ladrones que viven a costa de otros. 

A finales de los ochentas Alan García intentó nacionalizar la banca en Perú y Mario Vargas Llosa lideró una campaña de respeto a la propiedad privada que logró parar las intenciones estatistas del gobierno aprista. Posteriormente se lanzó como candidato a presidente del Perú, promoviendo una agenda liberal y perdió. Podríamos decir que la carrera política de Vargas Llosa fue un fracaso. Yo lo veo de otra manera. Un político quiere ganar elecciones y perpetuarse en el poder, un idealista quiere cambiar a su país y promover un mundo mejor. Vargas Llosa perdió las elecciones, pero gran parte de sus propuestas fueron adoptadas por los siguientes gobernantes peruanos, lo que dio impulso a décadas de crecimiento, prosperidad y reducción de pobreza en el Perú. Yo creo que Mario Vargas Llosa ganó donde era importante ganar, en el debate de las ideas que transformaron Perú para mejor. Y aunque deseo que Javier Milei gane las elecciones y sea presidente, creo que él ya ganó, porque puso en la mente de los argentinos ideas de corte liberal que les eran desconocidas; ya ganó porque salió de esa carrera de los políticos de quién da más, donde si uno ofrece hacer mil casas, otro ofrece hacer dos mil y así discuten quien es el mejor para ejecutar las políticas equivocadas; ya ganó porque planteó una campaña honesta, donde dice lo que piensa, y no lo que las encuestas le dicen que tiene que decir y conquistó el corazón de millones de argentinos que están cansados de tanta mentira e hipocresía. Javier Milei, el evangelizador del liberalismo está convenciendo a los argentinos de que hay un mejor camino e independientemente de quien gané las elecciones, probablemente la Argentina no vuelva a ser la misma: esa ya es una victoria y un legado. ¡Sos un grande Milei!

Santa Cruz de la Sierra, 20/08/23

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domingo, 8 de enero de 2023

Reflexiones sobre el miedo y la felicidad

 Javier Paz García

Un amigo me decía hace unos días que nunca había considerado irse del país… hasta ahora. En las conversaciones el tema de la inseguridad jurídica, los abusos del gobierno y el futuro del país son una constante y la gente está con miedo. Más de uno lamenta, la mala suerte de vivir en un país tan complicado donde no se deja trabajar a la gente y el que tiene éxito es mal visto. Yo por mi parte no puedo quejarme de ello, no tengo derecho a quejarme de vivir aquí porque fue lo que elegí. Yo vivía y trabajaba en Estados Unidos cuando el 2006 decidí volverme. Evo Morales había asumido la presidencia ese año, se veían nubes negras en el horizonte así que mi madre me pidió que considere quedarme por allá un tiempo más, para esperar a que la situación política mejore. Mi respuesta literal fue: “Mami, Bolivia es un país de mierda y siempre va a ser un país de mierda. Si espero a que las cosas estén bien, no me voy a ir nunca”. Me vine el 2007 y tardé como diez años en volver a tener los ingresos que tenía allá, por lo que no hay duda de que financieramente fue una mala decisión. Sin embargo, la vida de una persona no se limita a sus finanzas y cuando evalúo la mía, me siento conforme. Tal vez nos ha tocado vivir en un país de mierda en una época de mierda. Cuando miramos la historia de la humanidad a través de los siglos, vemos que esa es la constante y que la paz y la tranquilidad son la excepción, así que nuestra situación no tiene nada de extraordinaria. 

Relacionamos la felicidad con la satisfacción de necesidades materiales y la ausencia de dolor y cuando felicitamos a nuestros seres queridos, especialmente en las fiestas de fin de año les deseamos paz, salud y prosperidad. Sin embargo, la felicidad, es un sentimiento, un estado mental al igual que el odio o la alegría y por lo tanto depende tanto o más de nuestra visión del mundo, que del mismo mundo exterior. Para dar un ejemplo, voy a hablar de mis hijos, a quienes adoro, quienes tienen todas sus necesidades materiales ampliamente satisfechas, y más bien en mi opinión tienen exceso de juguetes y que aparte del colegio viven en la holgazanería con niñera a su disposición. Estos angelitos pueden llegar al paroxismo de la infelicidad y el llanto porque no vieron toda la tele que querían o porque un hermano vio más que otro. Hace tiempo visité el hogar Sagrado Corazón en Montero, donde monjas cuidan a niñas huérfanas, abandonadas y en muchos casos víctimas de violación. Estas niñas se levantan muy temprano en la mañana, tienden su cama, limpian sus habitaciones comunes, estudian, cuidan la granja con aves de todo tipo y sin embargo se las ve felices y por increíble que le pueda parecer a algunos de mis hijos, no tienen tele. Si yo mandara a alguno de mis niños allá o le impusiera esa rutina, probablemente pensaría que lo estoy castigando y se sentiría tremendamente frustrado. La felicidad de un hijo mío o de una huérfana del hogar no está en lo que cada uno tiene, mi hijo tiene materialmente muchísimo más, sino en su percepción del mundo y su sentido de gratitud.

Nadie quiere y nadie busca los tiempos duros, yo definitivamente no los quiero y preferiría que todo sea fácil. Pero los tiempos duros nos traen grandes lecciones y aprendizajes, por lo menos así ha sido en mi vida, y nos dan motivos para sentirnos agradecidos por ellos. Se me viene a la mente el testimonio de una niña en el monumental libro de Viktor Frankl, El Hombre en Busca de Sentido, quien se sentía agradecida porque el campo de concentración Nazi, la sacó de la burbuja de niña mimada en la que vivía y le enseño a valorar cosas más importantes. La niña murió en ese campo, y sin embargo, a pesar del horror, pudo encontrar algo para valorar de la experiencia, como el mismo Frankl. Nelson Mandela pasó 27 años preso víctima del sistema racista en África del Sur. Para darse fuerza interior, él recitaba el poema Invictus de William Ernest Henley:

 

Más allá de la noche que me cubre

negra como el abismo insondable,

doy gracias a los dioses que pudieran existir

por mi alma invicta.

 

En las azarosas garras de las circunstancias

nunca me he lamentado ni he pestañeado.

Sometido a los golpes del destino

mi cabeza está ensangrentada, pero erguida.

 

Más allá de este lugar de cólera y lágrimas

donde yace el horror de la sombra,

la amenaza de los años

me encuentra, y me encontrará, sin miedo.

 

No importa cuán estrecho sea el portal,

cuán cargada de castigos la sentencia,

soy el amo de mi destino;

soy el capitán de mi alma.

 

Soy el capitán de mi alma. Con esta frase termina el poema y es que no importa cuán estrecho sea el portal o cuán cargada de castigos la sentencia, la paz y la felicidad, el odio y la amargura, son sentimientos. Los sentimientos solamente están dentro de nosotros y por ende dependen de nosotros mismos; está en nuestro poder potenciarlos o amansarlos. El poema también habla de enfrentar a la adversidad sin miedo. Yo más bien creo que es sano admitir que tenemos miedo. Hay una virtud que los dioses de la mitología griega están privados de poseer: el heroísmo. Un dios no puede ser héroe, porque es inmortal. El heroísmo es la virtud de enfrentarse al peligro, incluso poniendo en riesgo la vida. Un dios nunca pone en peligro su vida y no siente miedo, por lo tanto no puede ser un héroe. Solo el hombre, por su condición de mortal y su instinto de aferrarse a lo seguro y fácil puede ser un héroe, cuando se sobrepone al miedo y arriesga su vida, su libertad, su patrimonio para luchar contra la injusticia. Luis Fernando Camacho es un héroe, con sus chambonadas y todo, Carlos Valverde es un héroe con su voz valiente, con todo lo soez que pueda ser, porque el héroe no deja de ser hombre, con sus imperfecciones, defectos y errores. Quienes se han enfrentado a la represión de este gobierno son héroes. Y hablo de hombre en el sentido de especie, no de género, porque si de algo nos podemos sentir orgullosos los cruceños es de la valentía de nuestras mujeres donde abundan las heroínas. 

Un prócer de la independencia de Estados Unidos dijo algo en la línea de que él era luchador, para que sus hijos puedan ser filósofos o arquitectos o lo que quieran ser. Con pesar he olvidado el nombre del prócer y dónde lo leí. No siempre nos tocan las cartas que quisiéramos (en realidad nunca nos tocan las mejores cartas), pero tenemos que jugar con lo que tenemos y hacer lo mejor de ello. Hoy nos tocan tiempos difíciles. Creo que todos preferiríamos poder dedicarnos a trabajar, a generar empleos, prosperidad y riqueza. Hoy nos toca ser luchadores por la justicia y salir a las calles, para tener un futuro mejor, para dejarles un mejor país a nuestros hijos. 

A menudo uno rememora con añoranza los momentos difíciles de un viaje, cuando se pinchó la llanta, se plantó el vehículo, llovió y todos se mojaron; dificultades que transforman un viaje ordinario en una aventura. La vida es igual y aunque todos deseamos lo fácil y seguro, valoramos los momentos difíciles que nos ayudaron a tener perspectiva, rumbo y propósito. Hoy vivimos tiempos de incertidumbre y miedo y creo que eso no nos impide, (no nos debe impedir) vivir con alegría, disfrutar del calor de las relaciones humanas, de leer un buen libro, de sentir que esta lucha en desigualdad de condiciones donde la justicia tiene todas las de perder, nos da un propósito y forja el carácter de las generaciones presentes y futuras. Yo me siento agradecido por los tiempos fáciles y los tiempos difíciles. Tal vez en unos años esté lavando platos en Estados Unidos; igual me siento agradecido por la vida y sé que pase lo que pase, soy el capitán de mi alma.

Santa Cruz de la Sierra, 08/01/23

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