martes, 1 de junio de 2010

Dos lecciones invaluables

Javier Paz García
La siguiente anécdota sucedió cuando cursaba 3ro intermedio. El profesor de matemáticas, Julio Vargas repartía las hojas de un examen que habíamos tomado días atrás. Como era de esperarse, para muchos éste era un momento de lamentaciones; yo recibí el mío sin pena ni gloria. Cuando el profesor terminó de entregarlos, un alumno pidió permiso para acercarse a su escritorio, obviamente para cuestionar algo sobre su examen. Luego de una breve charla entre ambos, el profesor levanto la cabeza y dirigiéndose a toda la clase dijo: “Muchos alumnos vienen aquí a reclamarme – !por qué me saqué esta nota!, !la nota que me puso está mal, tiene que aumentarme! – En cambio este alumno viene de manera educada a preguntar qué fue lo que él hizo mal y cuál es la respuesta correcta. Él está interesado en aprender y no solo en que le suban la nota”.
Las palabras del profesor me enseñaron dos lecciones invaluables.
La primera lección es una cuestión de estilo o técnica. Consiste en pedir las cosas con respeto y educación, especialmente cuando se va a hacer un reclamo.
La segunda lección que saqué de esta anécdota es más de fondo. Consiste en un cambio de actitud. Consiste en poner el énfasis en aprender de los errores para no volverlos a cometer y no quedarse simplemente en el reclamo de una mejor nota. Consiste en que, cuando algo me sale mal, buscar la razón primeramente en mí, antes de buscar causas o personas externas a quienes culpar.
¿Cuántas veces en la vida buscamos culpables ajenos de nuestros males, sin siquiera, ni por si acaso, considerar la posibilidad de que nosotros mismos tuvimos algo de responsabilidad? ¿Cuántas veces exigimos que otros solucionen nuestros problemas, pero al mismo tiempo no hacemos nada para resolverlos nosotros mismos? Es natural en las personas atribuir el éxito a causas internas contraladas por uno mismo y el fracaso a causas externas sobre las que el individuo no tiene control. El problema de pensar así es que difícilmente se puede aprender y crecer como persona.
Como es natural, en muchas ocasiones he tenido que acercarme a mis profesores y pedirles explicaciones sobre tal o cual resultado de mis exámenes. El sermón de aquel día fue por lo tanto valiosísimo para hacer mis reclamos de manera respetuosa y así ganarme el respeto de mis profesores, así como también mantener una actitud de interés por el conocimiento, y no meramente por la calificación. Y por supuesto, ésta es una lección que no solo se aplica a lo académico, sino a la vida en general, y por la cual les agradezco a mi profesor y al alumno que sirvió de ejemplo.
Santa Cruz de la Sierra, 25/05/10
javierpaz01.blogspot.com